miércoles, 28 de febrero de 2007

Stop

Pasan los días, y Chávez continúa con sus acusaciones antiimperialistas. Ahora dice que la CIA está infiltrada en los Consejos Comunales. Y que hay varios planes de magnicidio que ha abortado. La gente discute sobre si realmente existe o no existe escasez de azúcar: haber hayla, que dicen en Galicia, pero hay que saber dónde encontrarla y tener billetes grandes para pagarla. Paseando por Santa Eduvigis, todavía me sorprendo de ver enrejados hasta los tendales. Ayer al llegar a casa, a la 1 de la madrugada, vi al vigilante profundamente dormido, el libro abierto plácidamente sobre el pecho, la pistola roncando bajo la axila. Y me contaron, en una tasca de Chacao, cómo algunas prostitutas que van a las cárceles del país esconden granadas en la vagina. Y que la cocaína que venden dentro de los penales es, en realidad, bicarbonato mezclado con aspirina. Y que los reclusos se ponen hasta arriba de anfetaminas por miedo a quedarse dormidos...

martes, 27 de febrero de 2007

Abrígate para entrar

En esta serie de estampas de Santa Eduvigis, con el sol de primera hora de la mañana, yo soy quien está tras la cámara.

Ayer, volviendo del trabajo en metro, apretujado entres dos embarazadas y dos gordos, escuchamos la voz del conductor señalando que "los asientos azules son destinados a las personas discapacitadas, invidentes o embarazadas, en ocasiones algunos chamos (muchachos) aprovechan la situación para sentarse en los asientos reservados y se hacen los dormidos. No tengan pena en despertarles para requerirles que abandonen los asientos, normalmente no van dormidos". Creo que sólo yo esbocé una sonrisa.

En el cine. Como en muchas cosas, en Venezuela se lleva la lógica del mundo al revés. Jamás vayas al cine en pantalón corto y sin jersey, el aire acondicionado está a una temperatura polar. Por tanto, la ropa en Venezuela se quita al salir a la calle, y se pone al entrar en lugares cerrados. Y en los bares, algunos tan elegantes como el más chic de Chueca o el Raval, como el Attlantique o el 360º nunca tienen cerveza. El proceso es el siguiente: 1) Uno pide cerveza, 2) el mesero (camarero) dice que sí e, invariablemente, 3) regresa para comentar que se les ha acabado la cerveza, o que no está fría. ¡En un bar! ¡En Venezuela! Todo esto para que acabes pidiendo alguna bebida más cara (cubalibre, cóctel, vino). Esto tiene un nombre, pero no lo escribiré. ¡Que vivan los jugos!

lunes, 26 de febrero de 2007

Metafísica y autoayuda

Vivo en Santa Eduvigis, barrio acomodado en el este de Caracas. Según me dicen, en mi zona vive el Alcalde del Muncipio de Sucre y el padre de Boris Izaguirre. O sea, ambas caras de la polarizada política venezolana. En la calle circulan desvencijados coches norteamericanos del 70 junto a modernos Audis o BMW. Todos con los cristales tintados: unos dicen que por el sol, otros que por la inseguridad. Pero lo cierto es que uno mira, y no ve a nadie en el interior. Conductores invisibles.

Tras el operativo de Carnaval, en el que todo, absolutamente todo, el mundo se lanza a la playa en busca de las multitudes embutidas en shores de baño, escuché al encargado de tráfico señalando que habían detectado "una tendencia de los conductores a incrementar la velocidad en los tramos recién arreglados de carretera, lo que lógicamente incide en el aumento de siniestros mortales". Y se quedó tan ancho. La argumentación no tiene desperdicio.

Me pregunta una amiga venezolana: "¿A ti te gustan los libros de metafísica?" "Coño, menuda pregunta", y me pongo a divagar acerca de Heidegger, Gadamer o Unamuno, a quienes tengo algo dejados. Le comento que hace tiempo que no me adentro por esos caminos. Y ella me responde que le fascinan. Sobre todo Paulo Coelho. Y es que aquí en Venezuela, los libros de metafísica son los libros, que al otro lado del charco, llamamos de autoyuda. Son divinas estas confusiones culturales...

jueves, 22 de febrero de 2007

Técnicas informales de caza del caimán

El mejor modo de captar la atención de una baba (caimán chiquito) de Guárico es aproximarse con sigilo, extender la mano izquierda y agarrar con fuerza en la derecha la botella de cerveza Polar Ice. Ligera inclinación del cuerpo, en torno a los 45º. Protección oficial: el casco caribeño que me lanzaron desde un cocotero en la costa pacífica de Guatemala allá por septiembre de 2001. Y alpargatas de esparto color burdeos.

El cruce de miradas entre el animal y el explorador es atronador. Dos bestias de la naturaleza en liza. Dos metros les separan, quizá menos. El sol en lo alto, como en los duelos del Lejano Oeste, quema el cogote de ambos contendientes. Cada segundo es un mundo, o dos. El tiempo se dilata en forma de chinchorro. Y la baba, tras la silenciosa pero agotadora disputa, decide volverse a su charca. Allí es la reina. El hombre vuelve a la habitación y se baña en una calderada de loción after-sun. Allí es un humilde cortesano.

Fauna


Sólo en uno de los paseos ante la inmensidad de los llanos, uno se permite el lujo de establecer extrañas conexiones sentimentales con la fauna. Los Llanos son tan llanos que si se coloca una canica jamás se movería. A excepción, de que se originase un incendio. Cosa que nos sucedió el último día. A 4 kilómetros se montó un frente de fuego impresionante, algo lógico por otra parte, ya que la tierra es tan reseca que parece pedir un mechero a gritos. Herman Capriles se dedicó a cantar joropos y beber ron. Se quitó las gafas, de hecho, para no ver cómo avanzaban las llamas. A las cuatro de la mañana, una lluvia bendita acabó con el fuego.


Guardatinajas es el pueblo más cercano al hato (granja) donde nos alojábamos. Es un pueblo horizontal debido al calor. La verticalidad sólo sucede a primera hora de la mañana o a última de la tarde. No hay internet, claro. Y el hielo más cercano está a 15 kilómetros. La fachada de una de las casas a la entrada del pueblo, tenía una gran pintada: "Tenemos haMVRe", en referencia no velada al partido gubernamental Movimiento V República. Partido ya obsoleto, y que se ha disuelto en el nuevo PSUV (Partido Socialista Unido Venezolano), partido único del futuro "socialismo del siglo XXI". Pero también se podían ver pintadas próximas al chavismo como "Guárico es un estado rojo, rojito". Uno escarba en la realidad venzolana, y sigue encontrando capas y más capas.




miércoles, 21 de febrero de 2007

La arquitectura efímera del chinchorro


Dormido, o fingido. El caimán del Orinoco (en realidad, es un cocodrilo) es uno de los bichos más grandes que he visto en mi vida. En Guárico, un paseo en río, es como un documental de National Geographic, pero a lo bestia y sin rayos infrarrojos. Chigüires (roedores gigantes), iguanas, monos, babas (caimanes chiquititos), pirañas, anacondas, garzas... De todo y de todos los tamaños.

Pero lo mejor fueron los encuentros humanos. Herman Capriles, patrón del hato y aventurero con inclinación al cante de joropos (piezas llaneras que narran historias de desamor, desencuentros y matanzas), nos narró la ocasión en la que cambió a unos indígenas sus dos bebés por una cajita de ron. Según Herman, los indios son unas ratas que dan la vida por una botella de ron. En otra ocasión, se le acercaron los jefes de una tribu porque había pegado a un indio, y querían indemnización. Le dijeron 17.000 bolívares (3 euros), y Herman, un oso venezolano, respondió: "Si pegarle cuesta 17.000 bolos, ¿cuanto cuesta matarle?" Los jefes de la tribu se volvieron a reunir para fijar un precio, sólo los ruegos del indio agredido en cuestión, evitaron la transacción. Herman se deshuevaba.

También, según Herman, tenemos suerte de que en España se vean programas como el Diario de Patricia (su programa favorito) porque eso significa que el país va bien, "si los periodistas se dedican a esas huevonadas es que es un país tranquilo. Si no, echen un ojo a la televisión aquí".

Cabalgamos por el hato como jinetes novicios, un explanada gigante y reseca. Estamos en época seca. Los Llanos según Herman son "agua en lluvias y candela (fuego) en verano". El calor es aplastante con el sol alto, y los insectos son tres veces más grandes que en la Europa Continental. Uno disfruta de la lectura y la modorra en los chinchorros (hamacas llaneras), verdaderas joyas de la arquitectura efímera. Arriba, un llanero disfrutando del oscilar del tiempo.

viernes, 16 de febrero de 2007

Guayaba y disfraces invisibles

A primera hora de la mañana, mientras tomaba un jugo de guayaba y una empanada de jamón y queso, un venezolano hurgaba en los cubos de basura del bar. Iba despacio. Poco a poco, rescataba los restos de los desayunos. Bebía malta (aquí es un refresco muy popular) de las botellas a medio acabar. Llevaba un brazo precariamente escayolado. Nadie se inmutó en el bar. Él se dedicaba a buscar algo que echarse a la boca, sin atender a nadie, a nada, más que a la comida que pudiese encontrar. Comió algo, poco, y se fue. Todo esto en Chacao, a 100 metros de la parada de metro Parque del Este. Al lado de donde ondean las banderas de la foto.
La escena me dejó perplejo por la naturalidad de la invisibilidad humana, por la voluntad de no ver.

El titular de hoy en el "Últimas noticias", comentando el carnaval: "Power Rangers y princesas fueron los trajes más vistos". De ahí, a la revolución, hay más de un paso. Digo yo. Y eso que Chávez ha convertido su programa semanal ¡Aló Presidente!, en diario de lunes a viernes...

miércoles, 14 de febrero de 2007

Plaza Venezuela

Según desciendo por las escaleras automáticas que no siempre funcionan, en la parada de metro Plaza Venezuela...

martes, 13 de febrero de 2007

Chacaíto

Chacaíto, hermano pequeño de Chacao, es un barrio popular y noctámbulo. Cerca se encuentra un local nocturno, El Sarao. A mi compañera de piso no le gusta porque va demasiado "pueblo", según sus palabras. A mí me gusta precisamente por eso. Pero lo que más me sorprende del lugar son los baños. Uno se retira momentáneamente a echar un pis, y se encuentra con un espectáculo fascinante. Un tipo, sentado en una silla, a modo de dependiente ofrece de todo: colonia, caramelos, gomina, cigarrillos... Y unas extrañas pastillas azules. Le pregunto, y me dice, con una sonrisa somnolienta, que se trata de Viagra. Por el aspecto, lo mismo pueden ser juanolas pintadas de azul o frijoles transgénicos. Al lado de los grifos, frente al espejo, existen varios peines de uso colectivo para recolocarse el cabello tras bailar las canciones de reggaeton (aquí llamado perreo). Su aspecto es espeluznante.

El viernes pasado en un arranque de decisión, me lancé a la pista de baile. Yo solo. Mis colegas se quedaron acodados a la barra, observando como entomólogos. En medio del personal, que baila como los ángeles, un blanquito trataba de pasar desapercibido, y eso que mis caderas no alcanzan las revoluciones de los venezolanos. La orquesta tocaba algo de Marc Anthony (Marc Anthony aquí mola), Oscar D´León o Rubén Blades. No los tengo tan localizados. De repente, en medio del sarao de El Sarao, me viene un negro con pelo rizado y me da la mano. A la vez que afirma con la cabeza. Y se va.

Ahí me quedé yo, un par de canciones más: gustándome.

lunes, 12 de febrero de 2007

La lista

Wilfredo C. es un taxista, compañero de viajes y conversaciones por los atascos de Caracas. Lleva siempre gorra y un bigotito exquisitamente recortado. Trabajaba como programador informático en IBM, hubo reducción de personal y fue despedido. Desde entonces, recorre Caracas con su Ford Escort de 12 años. Wilfredo C. vive en Guarenas, un pueblo al este de Caracas. Y en 2004 firmó contra Chávez en el referéndum revocatorio.

La lista Tascón, promovida por el diputado oficialista Luis Tascón, contiene los datos de todas aquellas personas que firmaron contra el presidente Hugo Chávez. La lista existe, lo ha reconocido el mismo Chávez, y es utilizada como criterio de acceso (más bien de no acceso) a puestos de trabajo en la administración pública. Pues bien, Wilfredo C. tiene un cuñado que trabaja en la alcaldía mayor de Caracas. El cuñado de Wilfredo C. le llamó hace un año para comentarle que existía un vacante de informático en la alcaldía, y que postulase para el puesto. Wilfredo C. envió todas las referencias y su currículo profesional. Aguardó la llamada de su cuñado.

Éste llamó, claro, pero para comentarle a Wilfredo C. que había chequeado sus datos en la lista Tascón, y desgraciadamente, allí figuraba su nombre. Por tanto, el puesto de trabajo era imposible. Wilfredo C. me dice, en pleno atasco, "desde entonces, estoy arrecho (cabreado), y a mí cuñado no le he vuelto a ver, no le puedo llamar".

El presidente venezolano dijo hace poco que la Lista Tascón pudo tener su valor en su momento, pero que debía desaparecer, pues había cumplido su función. Asombrosas declaraciones que explicaban con total claridad la existencia de la lista negra. Hoy en día, uno puede comprar un cd-rom a los buhoneros (vendedores ambulantes) con la Lista Tascón al completo. Tal cual.

viernes, 9 de febrero de 2007

Los espárragos invisibles

Y así funciona la competitividad en los supermercados caraqueños. Un tarro de espárragos estratégicamente dispuesto para engañar a la vista. La tapa obviamente es opaca. En el anaquel uno agarra el tarro y parece lleno, de perfil. Pero al abrirlo en casa: !sorpresa! Se han ahorrado todos los espárragos del interior, y se han contentado con cubrir el perímetro, que es lo que queda a la vista. El misterio resuelto de los espárragos invisibles.

Otro enigma sintomático: ayer en un hotel estábamos tomando unos rones. Al final del pasillo, existe un pequeño cuarto con un cartelito bilingüe Hielo/Ice. En el interior, una máquina de hacer hielo. Y todo el suelo repleto de cubitos de hielo, una gigantesca montaña de hielo. En el cajetín de la máquina, apenas el contenido de un cubitera mediana. El derroche del hielo era asombroso. Por supuesto, nadie sabía nada. Mientras hubiese hielo, quién se iba a preocupar por la helada montaña desperdiciada. Fuimos tres a por hielo, y la cara del que volvía con hielo era un poema. La temperatura era de 22º centígrados. El ron frío.


jueves, 8 de febrero de 2007

Chacao

Chacao es uno de los cinco distritos de Caracas. Está gobernado por Leopoldo López, joven y apuesto político opositor. Chacao es uno de los barrios de Latinoamérica con mayores ingresos. Se dice, y me lo creo. Tiene policía propia, y gestiona sus propios recursos. A la policía de Chacao, la llaman los caraqueños Fisher Price, por su apariencia de juguete y su ligereza frente a la Policía Metropolitana (PM).

El otro día, en el Rosal, una zona de Chacao al ir a aparcar el carro, vemos una gran línea amarilla prohibiendo el estacionamiento. "Si ya estamos en parking", nos dijimos. Preguntamos, y la respuesta es de Monopoly: "Es el espacio reservado para el helicóptero". Nos alejamos un poco, y... ¡coño, es cierto! Una gran H, indicando el helipuerto. Dejamos el Twingo amarillo, justo al lado. Habría que ver el aterrizaje de un Alouette al lado del pequeño Renault... Conversando de tú a tú, entre las aspas.

miércoles, 7 de febrero de 2007

Caperucita sin lobo

Las colas generan introspección, y rabia. Otra cosa no, pero colas en Caracas hay para hacer un museo. Si alguien se queja del tráfico en Madrid, que agarre un carro en Caracas a partir de las 6 de la tarde. Ayer, una hora embotellados/abotellados para llegar a la presentación de un libro.

El ganador del Herralde, Alberto Barrera Tyska. Gran periodista, sus columnas dominicales en El Nacional son ejemplos de que por qué se lee y para qué se escribe periodismo. Su audiencia, sin embargo, optó por la autocomplacencia, y el bebercio. El tipo tiene cintura, y escapó de los dardos envenados, con soltura y whisky.

En 2004, publicó junto a Cristina Marcano, la que probablemente sea la mejor biografía sobre Hugo Chávez: "Chávez sin uniforme" (editada por Debate). Es amena, certera y ajena a la dicotomía hagiografía/tragedia que tanto gusta a forofos de uno y otro lado. Tanto que, en el mismo debate, se le acusó de haber endulzado (atención al verbo) la figura política de Chávez. Cuando el relato es destemplado, agrio en ocasiones, pero a la vez atento a las dobleces y los matices grisáceos de eso que llamamos política. Chávez, como síntoma.

martes, 6 de febrero de 2007

Amor

A veces, caminando perdido por una ciudad nueva, uno descubre cuadros deslumbrantes. Deambulaba por algún lugar de Chacaíto, en el centro de Caracas, a medio camino entre mi humilde trabajo y mi sofisticada morada. Justico en frente del Country Club (el club de golf de esa parte de la ciudad que sabe lo que es viajar en helicóptero para ir a la playa): una inmenso campo de 18 hoyos rodeado por alambre espino y vallas electrficadas de última generación.

Esta declaración de amor, que lo tiene todo: sinceridad, humildad, pasión, creatividad ortográfica, brevedad e, incluso, serenidad.

La revolución no tiene aquí nada que decir. El discurso político se arrodilla antes la inmensidad de la cincelada arbórea. Hay un escritor ahí detrás. ¡Que alguien le busque, coño!, grité.

lunes, 5 de febrero de 2007

El Trolly

El Trolly es un bonito bar caraqueño en el que degustar arepas, cachapas, jugos y otros manjares tropicales. El Trolly muestra una decoración fascinante: algo así como un bar de Los Ángeles de 1950 (luces de neón, cuadros de Hopper, camareros ataviados con uniformes diseñados décadas atrás, simpatía sin prisas), pasado por el filtro del más desbocado catolicismo criollo (altares de varias vírgenes, cirios encencidos, canastos con dinero en pago a plegarias aún por atender).

En la televisión encendida, un grupo de norteamericanos con casco corría detrás de una pelota ovalada. Era la Superbowl. El mayor espectáculo deportivo del mundo (tal y como dice el lema publicitario). Por cierto, ganaron los Colts de Indianápolis. Nadie le prestó atención.

En el parking, uno puede pedir la comida y la bebida servida en la ventanilla de los coches. Todos los coches tienen las ventanillas tintadas. No hace falta salir a la luz. Como en los autocines de las películas yanquis.

De repente, un señor con bigote y una camiseta de la selección de fútbol de Brasil entra el bar tomando una cerveza. Y dice: "¡¡Que viva Chávez!! ¿Acaso ha hecho algo mal Chávez?" La gente le mira atónita. Y los camareros se agarran las barrigas en pleno ataque de risa. Es un viejo amigo del bar, que anda más bebido de la cuenta.

PD - No hay fotos porque, según el gerente del Trolly, es un lugar frecuentado por parejas de amantes (no) casados. Y uno de los grandes ventajas del Trolly es su discreción, el respeto por la intimidad.

sábado, 3 de febrero de 2007

viernes, 2 de febrero de 2007

Silicon Valley 2

Tomando unas cervezas ayer en El Patio, un acogedor garito en Baruta, me comentó un amigo venezolano que a Caracas la conocen ya como Silicon Valley 2. Tal es la cantidad de implantes mamarios que se realizan en la ciudad, con cirujanos de reconocido prestigio internacional. Muchas latinoamericanas (casos de latinoamericanos se conocen pocos) vienen a Caracas a operarse los pechos. Parece ser que, sin embargo, para cuestiones de odontología el destino más reconocido es Colombia. Especialmente Bogotá. Estas cuestiones de especialización médica no dejan de sorprenderme, y siempre me da por pensar que reflejan de un modo u otro la idiosincrasia de cada país. Dientes en Colombia, tetas en Venezuela.

El otro día salía de casa (mi última okupación de lujo) con mi jugito de todas las mañanas cuando me sorprendí al ver a una mulata colocando/mostrando/valorando el pecho recién adquirido como quien se prueba unos zapatos nuevos. Sus amigas asentían con seriedad.

Por quedarme mirando, casi me atropellan. Y es que aquí las señales de tráfico son un adorno vacío de significado, y las normas de tráfico un algoritmo ininteligible.

jueves, 1 de febrero de 2007

Caracas, un miércoles noche

Empezamos la noche en el Centro Cultural de Chacao, versión venezolana de La Casa Encendida o el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Gafas de pasta y cuellos estirados. (Yo tengo ahora gafas de pasta, cuello estirado de momento no). Absolut, inmune a la revolución nacionalizadora, patrocinaba el evento. Vodka gratis. Un policía protegía la barra de la masa moderna/sedienta.

Seguimos en un taberna de escenografía castiza. Cerveza fría y aire acondicionado gélido. (El aire acondicionado siempre es gélido en Venezuela) Preguntamos si pueden bajarlo. La respuesta es la cotidiana: está estropeada. ¿Y no podrían apagarla? (la conversación entre vahos). "No, chamo, hay que estar fresquito".

Después un garito de hip-hop criollo. Había una chica con una pelota en la cabeza. Se pasó una hora con la pelota en la cabeza. Al final, lógicamente, se cayó. (Newton es mucho Newton). Con naturalidad, se la volvió a colocar. Me quedé con ganas de preguntarle qué coño signficaba el numerito de la pelota. Misterio sin resolver.

Para finalizar, El Sarao: un local de salsa y merengue en los bajos de un centro comercial. (Aquí los centros comerciales son la referencia para todo: la brújula social). Al entrar, el consabido cacheo. Entramos, por tanto, desarmados. Una orquesta más que decente calentaba el ambiente. La pista de baile, un espectáculo fascinante. Bailan con una sencillez y una elegancia que desconcierta. En la televisión (en los múltiples televisores), un partido en vivo de la NBA: San Antonio Spurs contra Utah Jazz. Buen partido. Pero lo asombroso era la pista de baile. Nadie miraba la televisión, claro está. Faltaría más.

PD - Tengo, por fin, casa.