martes, 30 de septiembre de 2008

Plaza Manuel Marulanda

"La revolución no será retransmitida, será en vivo", cantaba Gill Scott-Heron. Aquí en Caracas, ya contamos con nuestro busto-homenaje a Manuel Marulanda Vélez, también conocido como "Tirofijo". En pleno barrio "23 Enero", uno de los bastiones revolucionarios de la izquierda bolivariana. El "23 Enero" está a la izquierda de Chávez. Están con Marulanda. "Si hay que volver a agarrar los fusiles, aquí estamos dispuestos", comentaba un antiguo guerrillero revolucionario. Su hijo, con camiseta de Bart Simpson, aplaudía desde abajo, con el cuello estirado. Otro ex guerrillero, agarraba raudo el micrófono y señalaba: "Debemos seguir luchando para que chamos como él, no tengan que irse al monte con un fusil". Aplausos, vivas a las Farc y a Marulanda. Banderas de Irán, Bolivia, Colombia, Venezuela, Cuba. En el "23 Enero" la policía no opera; quien opera como tal son grupos armados bolivarianos que aseguran, dicen, la seguridad del barrio. Hay lemas pintados en las muros: "Aquí manda La Piedrita y el Gobierno obedece."

En lo alto, uno grupo, observaba la inauguración a modo de vigías. En un momento de dramaturgia calculada, toman una bandera de Estados Unidos, es decir, el imperio, y comienzan a quemarla. Algarabía, más aplausos. Desgraciadamente, unas ascuas caen sobre la bandera de Cuba, lo que genera en la audiencia un grito ahogado. Parece que van a acabar ardiendo ambas banderas. Los vigilantes logran, a base de zapatazos, apagar las llamas cubanas, y se concentran en jalear las estadounidenses. Un suspiro de alivio se impone entre el grupo. Por fin, queda inaugurada la Plaza Manuel Marulanda de Caracas. Más aplausos. Dos días después leo la prensa: "Desaparecido uno de los asistentes al homenaje a Marulanda", un pastelero acudió a apoyar la causa y no volvió del "23 Enero". Un amigo me lo comenta: "Chamo, el 23 es candela, yo no me quedo mucho tiempo de noche por allá". Con razón. Me tomé una cereveza y me fui.

"La revolución no será retransmitida, será en vivo", continúa cantando el gran Scott-Heron. Él lo hacía por las calles de Washington DC, en los años 70.

jueves, 25 de septiembre de 2008

El candado del futuro

Hay muchas maneras de cerrar la puerta de un carro. En la foto se ven dos. A la izquierda, el modo habitual, digamos, de fábrica. A la derecha, el modo venezolano. Ambas cumplen su función: impedir el acceso de la mano ajena al interior. Desconozco si el sistema clásico (a la izquierda), también está operativo y el sistema innovador (derecha) es simplemente un refuerzo ante la incertidumbre automovilística de la noche caraqueña. No obstante, en la foto confluyen dos modos de pensar el mundo, e inducen a una reflexión profunda sobre el porqué de las cosas. ¿El futuro de la seguridad, en la época electrónica, podría ser un regreso al pasado? ¿Refleja la fotografía un miedo atávico al progreso? ¿Cuántas llaves hacen falta para abrir un carro?

lunes, 22 de septiembre de 2008

Tatuaje

1) Uno de los tatuajes que más me gustan, a mí que no me gustan los tatuajes. Pertenece a Carlos, un amigo venezolano. Una sirena emerge de las aguas. Cabellera rojiza y tetas-globo. El resto de las amistades discrepa. No les gusta lo explícito del dibujo. A mí me parece hermoso, insisto. No siempre se puede estar de acuerdo.

2) El mundo da muchas vueltas, por eso es redondo. Sin embargo, a veces, la perplejidad impulsa a la ironía reflexiva. Son tiempos en los que el líder de los EEUU, némesis del de Venezuela, decide nacionalizar e intervenir con todo el poder del estado, que no es poco, en diversas entidades financieras de prestigioso historial. Es uno de esos tipos que solían decir que el mercado se autorregula solo. Los mismos que cuando ven perder su dinero acaban pidiendo que el estado, o sea los contribuyentes, les saque del problema. ¡En fin, qué bonita ciencia es la economía neoliberal! También ocurre al revés: un socialista ejemplar, como el presidente venezolano, utiliza complejos instrumentos financieros capitalistas como son las notas estructuradas (conjunto de bonos de deuda pública denominados en dólares pero respaldados en bolívares fuertes) para financiarse. Curiosamente, Lehman Brothers, uno de los bancos de inversión yanquis en bancarrota, emitió más de 300 millones de dólares de esas notas venezolanas. Esos son los malvados especuladores contra los que van los dardos envenenados de los bolivarianos. Una cosa es al foto, y otra el compadreo entre bambalinas. Si me tengo que quedar con alguien, me quedo con la sirena de cabellera rojiza y tetas-globo: ella no se anda con veladuras.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

Alienígenas a caballo


El llano en aguas. Los llanos son candela y agua. Dos estaciones: la seca, bien seca; y la lluviosa, bien mojada. Incluso en la de lluvias el calor es aplastante, le chupa a uno las fuerzas como una sanguijuela. Viajamos al Hato el Frío, un inmensa explotación ganadera en el estado Apure, 9 horas al sur de Caracas. Apure es una tierra de fábulas y personajes fascinantes. En Venezuela, Apure es considerado un lugar inhóspito, atrasado, tosco, violento. "Apure es cool", le digo a un amigo caraqueño que me pregunta que qué coño se me perdió a mí en los llanos. Se ríe, pero de incredulidad. En los Llanos la mirada se pierde en un horizonte sin referencias. En la época lluviosa, se inundan los campos y surgen mares interiores en los que pululan las anacondas, los caimanes, los chigüires, las iguanas, y las pirañas. Aquí un llanero aguardando con paciencia la pesca de pirañas para hacer luego una sopa que, dicen, tiene propiedades afrodisíacas. El Hato el Frío acaba de ser expropiado por el gobierno bolivariano del presidente Chávez, con el argumento de tierra baldía. Son 63.000 kilómetros cuadrados de extensión, una provincia en sí misma. Preguntando a los trabajadores llaneros su opinión al respecto, ninguno se mostraba especialmente emocionado. "Chamo, cambia el que manda, pero seguirán mandando otros", explican. Vimos al primer caimán del Orinoco en libertad: una bestia de cinco metros de largo que engullía un pescado como quien saborea una patatafrita. Y delfines de río, las toninas, los parientes feos de los delfines de dibujos animados: con una frente deforme e hinchada y una nariz alargada como la de los malvados en los cuentos de hadas. Los mosquitos, al caer la tarde, se lanzan sobre cualquier ser vivo, y devoran todo lo que encuentran a su paso. Se vive en el interior de las casas, tras las tupidas mosquiteras y las ventanas de enrevesadas mallas metálicas. A la noche, llegan llaneros a cantar joropos: historias cantadas de vaqueros que deambulan por los llanos perdidos de la mano de Dios y del ron. Uno de los personajes recurrentes es el diablo, que siempre aparece confundiendo al llanero, inundando su imaginación con visiones alucinadas. El ron fluye, y la gente baila y baila, sentada en el asiento, danzando sólo con la cabeza. Uno de los momentos estelares es la digressión de un joven revolucionario estudiante de agropecuaria. Nos cuenta que él no quiere gobiernos títeres ni alienígenas. ¡Alienígenas! Fascinado, me dejo llevar por la posibilidad de un gobierno alienígena en los Llanos. Ciencia ficción entre reses, machetes, sombreros de vaquero, y pirañas. ¡Alienígenas cabalgando en los Llanos! Una imagen deslumbrante. Tras otro ron, caigo en la cuenta. El joven estudiante quería hablar de gobiernos alienados... El sueño de la revolución produce extraños monstruos... Alienígenas a caballo...

jueves, 11 de septiembre de 2008

Miss Canapé

En el certamen de belleza más importante del planeta: Miss Venezuela. Cuatro horas de duración. Calipso, salsa, joropos, pop y, sobre todo, regaetón. Las misses desfilaban su acartonada belleza seguidas por las glamourosas largas colas de sus trajes de noche. En la zona de invitados, mientras tanto, aparecían los canapés. Cada vez que el programa, que es transmitido en riguroso directo a toda Venezuela, se iba a los anuncios (y se fue como diez veces), aparecían dos exquisitos mesoneros que, de blanco impoluto, acercaban los canapecitos a los sufridos trabajadores. Hasta aquí se mantenía un cierto (des)orden: con la llegada de la comida, las formas se perdían, y los canapés volaban al resbalársele a alguno de los periodistas de farándula que parecían haber ayunado todo el día para hincarle el diente. Y claro, como en los chistes y las novelas de antaño, le caían a una señorona vestida como si fuese una cena de gala en un palacio real, o peor, como si se trata de aparecer en televisión. Quizá es que aparecimos en televisión. Una palabra para resumirlo: escotes y tetas. Tetas enormes, desproporcionadas.

Y regaetón, lo mejor de la noche, cuando aparecieron los extraterrestres (se llaman a sí mismos extraterrestres porque son tan buenos que vienen de otro planeta) Wisin & Yandel los 12.000 espectadores, sobre todo espectadoras, irrumpieron en un colosal chillido de admiración. Delirio colectivo. Luego, una miss se desmayó; otra habló de la humildad como característica esencial de los seres humanos; y Miss Universo dedicó su corona recién adquirida a Dios y a la Virgen.

Ganó la favorita, Miss Trujillo. Yo, claro, iba con Miss Canapé, que perdió a las primeras de cambio.

lunes, 8 de septiembre de 2008

De ángulos rectos

Pues eso, que para ser territorio seguro tienen una peculiar concepción del apuntalamiento arquitectónico. Y eso que Chacao pasa por ser el centro financiero de la capital venezolana, poblado de edificios acristalados cubiertos con las grandes siglas de las firmas trasnacionales que tanto enervan a unos (gobierno) como fascinan a otros (oposición): dejando, por cierto, a ambos igual de cegados. Andamios de madera con una muy particular visión del ángulo recto. Al lado, está la "tintorería Hollywood". En idéntico ángulo de noventa grados, o casi.

miércoles, 3 de septiembre de 2008

Final de noche de día

Era el final de la noche, de ahí que sea de día. Los tipos de la foto, a pesar del uniforme policial, eran unos malandros de mucho cuidado. Salíamos de un delicioso antro en Chacaíto tan oscuro que si pedías una copa no sabías su contenido hasta que te lo lanzabas al gaznate. La música era una extraña mezcla entre la salsa brava y el techno mediterráneo de los 90. Salíamos tan panchos, disfrutando del sol del amanecer. Los policías de la Policía Metropolitana de Caracas, los que más te roban, salían de un local de alterne. Donde, supongo, irían a matraquear (sobornar) a las trabajadoras y clientes. Nos vieron venir, con nuestras pieles pálidas brillando con las primeras luces del alba. Nos vieron, y se dijeron: ya está, trabajo fácil: gringos o europeos. Nos hicieron depositar sobre el capó de un carro todos nuestras pertenencias, que a esa hora de la noche no eran muchas, y empezaron a preguntar el motivo de nuestras andanzas por esa zona de la ciudad a esas horas. "Parranda", explicamos. Al ver que no habían dado con la presa esperada, nos pusimos a hablar con ellos. "¿Qué tal el puti-club? ¿Se va a lo que se va o se puede hablar? Porque sólo para coger (follar); no es plan, lo bonito es hablar", decíamos. Y ellos, con la risa esquiva del que sabe que ya no va a conseguir lo esperado. "Ahí no se habla mucho, la verdad. Pero suban, suban a comprobarlo", decían los joeputas. Ahí irrumpió Anita, una exquista valenciana de modales refinados. "Y yo qué, ¿qué hago yo allá arriba?". Ellos se rieron, centrando la mirada fijamente en sus armas de mujer. Comenzó entonces una delirante conversación sobre la vida noctámbula del policía de servicio. Mientras tanto, Anita se dedicaba a hacer, hacerse y hacernos fotos con la patrulla. Alguno de ellos fascinado con la elocuencia de la valenciana, le proponían encontrarse al día siguiente, ya fuera de servicio. Las fotos son una fantástica falta de respeto a las fuerzas del orden público en Caracas. Venían a robarnos, tal cual. Esta es la más interesante. Ana completamente imbuida por su papel de pin-up caribeña. Los policías con cara de al-menos-sonríe-que-si-no-es-peor. Y nosotros, tras la cámara, con dolor de barriga de risa ante lo que mostraba el objetivo.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Faja del Orinoco

La Faja del Orinoco. Calor, petróleo, militares y revolución. En medio de la nada, en el estado Anzoátegui, una inmensa planicie en la que hierve la arena y el polvo, se encuentra el Campo Ayacucho uno de los doce campos que conforman la Faja del Orinoco, bajo cuyo suelo se encuentran las mayores reservas petrolíferas del mundo: 316.000 millones de barriles, en proceso de certificación internacional (llevan certificadas 113.000 millones de barriles). Lo que se ve de fondo es un taladro de perforación. No había cobertura telefónica, sólo los teléfonos satelitales funcionaban. Lo que sí había eran cientos de soldados desperdigados por la zona. Muchos buscaban la sombra bajo un bosque de pinos, fruto de un plan de refosteración socialista. Son los Llanos venezolanos, allí parece que el sol está más cerca. Y más cuando del cielo desciende el helicóptero presidencial. Venido de las alturas, el comandante en jefe aterriza saludando a un auditorio rojo-rojito que no para de aplaudir y gritar entusiasmado. A su lado, de blanco, Rafael Correa. En el discurso, se habla más de Bolívar y del imperio yanqui, que de crudo. Algo que da que pensar. De regreso a la camioneta, le damos las chocolatinas a los soldados que rascan, aburridos, en la corteza de los pinos. "Muchas gracias, pana".