miércoles, 17 de septiembre de 2008

Alienígenas a caballo


El llano en aguas. Los llanos son candela y agua. Dos estaciones: la seca, bien seca; y la lluviosa, bien mojada. Incluso en la de lluvias el calor es aplastante, le chupa a uno las fuerzas como una sanguijuela. Viajamos al Hato el Frío, un inmensa explotación ganadera en el estado Apure, 9 horas al sur de Caracas. Apure es una tierra de fábulas y personajes fascinantes. En Venezuela, Apure es considerado un lugar inhóspito, atrasado, tosco, violento. "Apure es cool", le digo a un amigo caraqueño que me pregunta que qué coño se me perdió a mí en los llanos. Se ríe, pero de incredulidad. En los Llanos la mirada se pierde en un horizonte sin referencias. En la época lluviosa, se inundan los campos y surgen mares interiores en los que pululan las anacondas, los caimanes, los chigüires, las iguanas, y las pirañas. Aquí un llanero aguardando con paciencia la pesca de pirañas para hacer luego una sopa que, dicen, tiene propiedades afrodisíacas. El Hato el Frío acaba de ser expropiado por el gobierno bolivariano del presidente Chávez, con el argumento de tierra baldía. Son 63.000 kilómetros cuadrados de extensión, una provincia en sí misma. Preguntando a los trabajadores llaneros su opinión al respecto, ninguno se mostraba especialmente emocionado. "Chamo, cambia el que manda, pero seguirán mandando otros", explican. Vimos al primer caimán del Orinoco en libertad: una bestia de cinco metros de largo que engullía un pescado como quien saborea una patatafrita. Y delfines de río, las toninas, los parientes feos de los delfines de dibujos animados: con una frente deforme e hinchada y una nariz alargada como la de los malvados en los cuentos de hadas. Los mosquitos, al caer la tarde, se lanzan sobre cualquier ser vivo, y devoran todo lo que encuentran a su paso. Se vive en el interior de las casas, tras las tupidas mosquiteras y las ventanas de enrevesadas mallas metálicas. A la noche, llegan llaneros a cantar joropos: historias cantadas de vaqueros que deambulan por los llanos perdidos de la mano de Dios y del ron. Uno de los personajes recurrentes es el diablo, que siempre aparece confundiendo al llanero, inundando su imaginación con visiones alucinadas. El ron fluye, y la gente baila y baila, sentada en el asiento, danzando sólo con la cabeza. Uno de los momentos estelares es la digressión de un joven revolucionario estudiante de agropecuaria. Nos cuenta que él no quiere gobiernos títeres ni alienígenas. ¡Alienígenas! Fascinado, me dejo llevar por la posibilidad de un gobierno alienígena en los Llanos. Ciencia ficción entre reses, machetes, sombreros de vaquero, y pirañas. ¡Alienígenas cabalgando en los Llanos! Una imagen deslumbrante. Tras otro ron, caigo en la cuenta. El joven estudiante quería hablar de gobiernos alienados... El sueño de la revolución produce extraños monstruos... Alienígenas a caballo...

7 comentarios:

David dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
David dijo...

Soberbio relato de vaqueros. Mira ver si dejas de perder el tiempo en poner cara a tu libro (me lo ha soplado un pajarín barbudo...) y le pones éste tipo de letra a tus alucinantes y/o alucinadas crónicas caribeñas. A seguir llaneando el empedrado despacito y con la misma buena letra.

David Amargor dijo...

no sé por qué, pero me parece que Remate habla de lo mismo que tú, a su manera, en su última entrada, jejeje.

fon dijo...

David: falta ahora tu relato de vaqueros asiáticos, que los habrá, supongo... lo de la cara a mi libro no acabo de entenderlo, y ahí demasiados pajarines barbudos...

Atapuerkiko: Remate y yo, cuando cabalgo por los llanos, somos almas gemelas... Por cierto, hermosas las cuatro canciones que he escuchado del "safe and sound"...

Anónimo dijo...

jOSE LUIS ALVITE, TE INVITO A QUE LO LEAS, TIENES UN ESTILO QUE ME RECUERDA AL TUYO. pOR CIERTO REMATE ESTA QUE SE SALE.........
Peor sobrio que mal acompañado...

¡Maldita sea muchacho!, la esperanza de vida en el pueblo que nací era tan baja en aquella época que mi padre en lugar de una partida de nacimiento me escribió un epitafio, me confesaba Ernie Loquasto al calor de un mal paquete de tabaco rubio y un whisky que a duras penas le hacía sombra.
No era la primera vez que Ernie se asinceraba conmigo y los muchachos, respecto a su infancia. Recuerdo oirle tiempo atrás comentarnos que lo único que sacó positivo de su padre fue que aprendió un oficio. Lo cierto es que Ernie con 11 años ya había pasado más de la mitad de su vida intentando sacar a su padre de tuburios poco apropiados para un niño y la el resto jugando al otro lado de la barra haciendo tiempo mientras su padre, peleaba sin perder nunca la cara en el ranking de borrachos de la ciudad.

Quizás, gracias a esos recuerdos, Ernie permitia aún la entrada a John Della Scafa. El viejo John había acudido al Savoy ininterrupidamente desde 1958 todos los días y ni una sola vez se permitió el lujo de irse sobrio a casa. Cuentan las malas lenguas que hace más de dos años que solo bebe a credito, lo cierto es que hace más de dos años que se terminó la última botella de Whisky. Ernie dice que el viejo John ya tiene tanto alcohol en la lengua, que es suficiente el contacto con un vaso de agua.

Que pena muchacho, recuerdo la primera vez que Al me presentó al viejo John Della Scafa. Era un tipo distingido, con cierto aire chic, no en vano su madre era francesa y puta, algo demasiado glamuroso para la america de aquellos años de la depresión. Su padre era de Kentucky, el resultado estaba claro, padres separados durante un embarazado de ocho meses y un dia, y un hijo, candidato a tirar la vida en un retrete entre alcohol, tabaco malo y unas deudas.

No todo fue malo en la vida del viejo John, siempre cuenta la anecdota, de cierta vez que sobrio fuera de horas, conoció a una chica francesa a la que cortejó más de tres años, contaba que habían sido los tres mejores años de su vida, lastima que ella le hiciera elegir entre la bebiday ella. El razonamiento era claro para el viejo John: "Muchacho, era una mujer increible, pero jamas hubiera podido aguantarla sobrio".

David dijo...

Fon: me refería a tu nueva afición a las redes sociales a través de internet, me han comentado que Facebook ha calado hondo en tu vida...
Por otro lado, respecto a los vaqueros asiáticos, en su día escribí algo de uno de ellos, galopaba a lomos de un elefante y todo lo que tenía en común con John Wayne eran sus pantalones y su sombrero. Ni botas, ni pistola. Si quieres ver vaqueros asiáticos de verdad, échale un vistazo a la nueva película de Takeshi Miike, Sukiyaki Western Django.

Anónimo dijo...

Te falta por escribir una historia de vaqueros de Algeciras a Moscú, si mal no recuerdo.

Y hablando de pajaritos, cómo va tu proyecto literario interoceánico?

Emiliuken