martes, 30 de octubre de 2007

Volando vamos

Así iba el piloto, Marcos García, mientras sobrevolaba la Gran Sabana venezolana: leyendo el periódico. Una avioneta de cinco plazas, con una brújula y un gps. Los auriculares eran semejantes a los de mi primer walkman, allá por los finales de década de los 80. Un vuelo plácido, de hora y cuarto, desde Ciudad Bolívar hasta el aeropuerto de Canaima. Tratamos de convencerle para que nos diese unas pasadas en avioneta por el Salto del Ángel, pero el regateo no surtió efecto. Y eso que la plata del sobrevuelo, va íntegra a su bolsillo. 5.000 pies más abajo, la inmensidad de la sabana venezolana. El enorme embalse del Guri, el río Orinoco culebreando como una anaconda gigante, el negro Caroní y al fondo los tepuyes en los que se basó el papá de Sherlock Holmes para ubicar su novela "El mundo perdido".

El titular de El Progreso, de Ciudad Bolívar, rezaba: Chávez acusó a Bush de estar al borde del manicomio. Periodismo criollo, política criolla, aviación criolla.

lunes, 29 de octubre de 2007

Cae el agua

Ocho horas en autobús, una hora en avioneta, cuatro en curiara (barca) y una caminando una empinanada senda repleta de raíces, y llegas al Salto del Ángel, o Kerepakupai-merú ("caída de agua hasta el sitio más profundo"), en pemón. Es la mayor caída de agua del mundo, 979 metros, y debe su nombre a un aviador y buscador de oro y diamantes, Jimmy Angel, que aterrizó en la cima en 1937. Al aterrizar, Angel incustró el avión en el suelo, de modo que tuvo que bajar caminando: 7 días se tarda en bajar, según los indígenas pemones, que son quienes actúan como guías en la zona.

El Parque de Canaima, donde se encuentra el salto, es una ensoñación. El agua de los ríos es de color ron debido a los minerales y está plagado de tepuys (montañas de cima aplanada) rodeadas por coronas de nubes, que vierten agua por todos lados. El verde es una manera de mirar, y el sol, a mediodía, rasca la piel como un cincel invisible. El agua es fresca, y según los pemones, es potable. Los mosquitos van y vienen. Todos, absolutamente todos, los que lo visitan no pueden evitar ensimismarse durante algunos minutos al contemplar la grandiosidad inmutable de la naturaleza. Después están los saltos de agua del Sapo, Sapito y Hacha. Uno puede transitar tras la cortina de agua. Un tromba de agua de potencia asombrosa. Allí es donde un entiende sobre el terreno las posibilidades de la hidroeléctrica. Al traspasar la caída del agua, se percibe sobre los hombros la fuerza inapelable del agua. El estruendo es ensordecedor, y uno tarda en encontrar las palabras para narrar lo que se percibe metido en semejante marabunta. Acojona, amigos, acojona.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Guía de negocios

Diez negocios con presente (y futuro) en Venezuela, para empresarios interesados en invertir en el socialismo del siglo XXI:

1) Helados.
2) Aparcamientos.
3) Clínicas de cirugía estética.
4) Hielo.
5) Tv por cable.
6) Vigilantes privados.
7) Licorerías.
8) Caucheras (garajes de reparación de neumáticos).
9) Empresarios textiles con especialización en tintes colorados.
10) Historiadores.

martes, 23 de octubre de 2007

Roqueando

Hay modos de disfrutar una cerveza. Uno, el clásico, es bebiéndola. Otro, es utilizándola como sostén de un gorro de paja que quiere alzar el vuelo. La instántanea (obra de un barbudo castellano) está tomada en la calle principal de Los Roques, un archipiélago al norte de la costa venezolana. La calle te lleva desde el aeropuerto a la plaza Bolívar: 300 metros. Un paraíso en el que se vive a lomos de catamarán. Es caro como un puñal en el pecho, y sorprendentemente blanco. La luz es blanquísima. La arena también. Andas con los ojos entornados constantemente por la claridad hiriente del Caribe. Casas-isla de nombres fruto de una evolución delirante: Madrisquí, Francisquí, Nordisquí. Tiene una estructura de atolón característica de las islas del Pacífico, lo que la hace única en el Caribe. La tranquilidad de los roqueños es proverbial. Y es lógico: el placer de la vida en horizontal. En medio del Caribe, sobresale una pequeña lengua de arena. Apenas 20 metros. Y en ella, clavadas, una decena de tumbonas y sombrillas. Algo así como la conquista del espacio, por los tour-operadores.

viernes, 19 de octubre de 2007

¡Caracas!

La avenida Bolívar, claro, de Caracas. Arteria central de la capital venezolana. Caracas, con su peinado habitual, atascada de carros a motor de explosión. La ciudad está que arde. Puro humo, que decía Cabrera Infante.

jueves, 18 de octubre de 2007

El espejo convexo

Hurgando entre las fotos que se me acumulan en la cabeza, me topo con esta estupenda estampa venezolana. Y me quedo un rato mirándola. Venezuela siempre se mira en un espejo convexo, para adaptarse al perfil de la barriga inmensa que puebla sus calles y playas. La barriga como opción estética, como principio moral. Venezuela es una gran barriga. Literalmente, sin ínfulas metafóricas.

miércoles, 17 de octubre de 2007

Manuel Primicia

Los prados de la Argentina. En la región de Traslasierra, cuatro horas en autobús al oeste de Córdoba. En Córdoba capital, hay un curioso sistema de especialización del sector transporte. Los autobuses sólo los pueden conducir hombres. Ante semejante criterio genérico, las mujeres protestaron, y con razón. Pero llegaron a un extraño acuerdo. Se crearía un sistema de trolebuses, traídos de la extinta Unión Soviética. Los trolebuses sólo pueden ser conducidos por mujeres. Jamás verás a un hombre al volante de un trolebús, ni a una mujer conduciendo un autobús. Las normas son las normas. ¿No sería más sencillo, en aras de romper el machismo que asocia virilidad a motor de explosión, permitir que autobuses y trolebuses sean conducidos indistintamente por hombre o mujeres?, pregunto mientras saboreo una Quilmes. "No, no, me decían las cordobesas con quienes lo comenté. Así está bien". Caminos extraños para llegar a la igualdad.

En la sierra, la vida fluye sencilla y fresca como un arroyo de montaña. No pudimos cabalgar, porque todos los caballos del pueblo (que se llamaba, como en los cuentos, La Población) estaban ocupados en guiar a las reses a las tierras de pasto en la falda de las montañas. Y sufrimos un curioso episodio de ataque de abejas, que acabó, afortunadamente, sin consecuencias. El sol caía plano, y la nariz enrojecía con la brisa serrana. De regreso, a la estación de autobús (con hombre al volante, claro), tuve una de las mejores conversaciones sobre fútbol que recuerde con un taxista cordobés de nombre periodístico, Manuel Primicia, hincha de Boca. Argumentos serios y razonados, respeto por el juego y pragmatismo en las botas.En el maletero, llevaba una red con balones reglamentarios. Según me narró, el invento de la vávula para hinchar los balones se produjo en Córdoba, en la década de 1930. Esa fue la primicia de Manuel Primicia.

martes, 16 de octubre de 2007

Pura literatura

Buenos Aires es un género literario. Y uno lo vive tal cual, esquivando las letras, los signos de puntuación y las esculturas (de Borges, de Cortázar, de Arlt), mientras camina por las hermosas calles de Palermo, San Telmo o Caballito. No he visto en ningún lugar que sufra una crisis económica como la argentina, tal cantidad de librerías. En Buenos Aires y en Córdoba. En la semana que anduve holgazaneando con curiosidad por la Argentina, se discutía el problema de los altos precios de los tomates. Un kilo de tomates: 15 pesos/ casi 4 euros. Me compré varios libros en Argentina por ese precio. El que más me asombró: "El invencible", del polaco Stanislaw Lem. Una elegante muestra de ciencia ficción de carácter filosófico. Soles magentas, atardeceres verduzcos, estrellas rojas y montañas oblongas. Y, de repente, en un paseo por Córdoba, me encuentro con la sede del Partido Intransigente. Tal cual: Partido Intransigente. ¡Coño! ¡Cómo se puede ser el Partido Intransigente (PI). Si la política es el arte de las concesiones y las negociaciones, qué lugar ocupa el PI. Me gustaba el planteamiento. Entro en la sede, acompañado por una encantadora amiga argentina de filiación zurda. Asombrado, veo una gran bandera argentina y una foto del Ché. A continuación, un affiche en el que solicitan el voto para Cristina Fernández de Kirchner. "Para profundizar con el cambio". Ah, pensé que era cierto, así también soy yo intransigente.

Pd1) Ayer, en Caracas, charlando con un amigo periodista brasileño, le explico mi sorpresa ante la cantidad de librerías vistas en Argentina. Y me responde, socarrón: "No es que haya muchas allá, es que tu fuiste desde Caracas..."
Pd2) El otro día, también en Caracas, un compañero de trabajo me narra los saqueos del Caracazo de 1989, que acabó con miles de muertos (cifra aproximada, claro), y que tuvo a la ciudad fuera de control durante cuatro días. "¿Sabes cuáles fueron las únicas tiendas que no sufrieron saqueos?", me pregunta. "¡?!", digo. "Las librerías, chamo, las librerías. Los comercios más seguros.", y se ríe.

lunes, 15 de octubre de 2007

¡Ché, el baño!

Aquí cagaba, de joven, Ernesto Guevara de la Serna, el "Ché" . Se encuentra en Altagracia, un pequeño pueblo en la provincia de Córdoba, a 800 kilómetros al oeste de Buenos Aires. Se trata de la Casa Museo del Ché Guevara, allí donde sus padres se trasladaron para calmar los ataques de asma del futuro revolucionario. Es un museo modesto y sencillo. Lo más interesante: las cartas del Ché a sus esposas, a sus padres o a Fidel, desvinculándose del gobierno cubano. También hay numerosas fotografías del Ché con diversas personalidades, y su barba ubicua en variados paisajes.. Sus dos motocicletas, sus palos de golf (le encantaba) y alguna de sus pipas. Sin embargo, lo que más me llamó la atención fue el cartelito del cuarto de baño. "Este BAÑO forma parte del Museo. NO USAR. Gracias". Y es que daban ganas, con la puerta entreabierta, de aliviarse a mitad del recorrido. En cualquier caso, dudo que ese modelo fuese el del Ché, en los años 30 del pasado siglo. Pero ya se sabe que la mitología endulza las circunstanciales penalidades históricas. La casa, muy bonita, está emplazada en el barrio residencial de Altagracia, una inmensa manzana de casas unifamiliares donde, el lunes a la mañana cuando lo visitaba, se disfrutaba de una tranquilidad lluviosa que me inclinaría a calificar de burguesa. Con todos los respetos revolucionarios, claro.

jueves, 11 de octubre de 2007

Delanteros balompédicos

Este tipo se presenta a senador, en la lista del conservador Macri, actual alcalde de Buenos Aires, y presidente del Boca Juniors. Lo que no es un pleonasmo, aunque lo pareciera. El apellido lo vincula directamente con el pueblo que vive en las faldas del monte Ararat: los armenios. Hay un montón de armenios en Argentina, la segunda comunidad de armenios más grande, (al margen de la de Armenia, claro). La foto me llamó poderosamente la atención. La estética retrotrae a los 80, en la época en la que multitud de delanteros de fútbol argentinos se trasladaba a España a jugar en Primera Divisón. Tenían técnica y garra. Siempre aparecían con el mismo aspecto: pelo desgreñado, barba rasurada antes de volar a España, bigotes medievales y espíritu malandro en el campo. El rostro del candidato a senador Carlos Melconian me devolvió a mi infancia entre cromos de fútbol. E imaginé que, quizá, su publicista podría haberle puesto (con photoshop, obvio) un balón de fútbol, como si lo rematase de cabeza, que llevara sobre escrito la palabra corrupción. Ganará Cristina, no obstante, nadie lo dudaba en la Argentina...

En Venezuela un tipo así no podría presentarse nunca a la Asamblea. En Venezuela apenas hay armenios, y los que hay se afeitan para sacase su foto de candidato electoral. En Caracas, el fútbol es imperialista, y el béisbol es una metáfora "acervezada" de la vida. En Buenos Aires, se multa a los autobuseros que se saltan los semáforos en rojo, en Caracas se urge a los autobuseros a que hagan caso omiso a los discos en rojo. Y así sucesivamente.

miércoles, 10 de octubre de 2007

Argentina


Buenos Aires, a la mañana. Lo primero son los kioscos. El rostro impreso de la ciudad. Diez días viajando por Argentina. Buenos Aires es Europa, me dijeron en el aeropuerto. Es más que eso, es una revista de moda europea. Los atuendos, los gestos, el maquillaje. Es sorprendente eso de viajar al sur para ir a Europa, y lo es más viajar al sur para encontrar frío. El hemisferio sur, lo llaman. Y es cierto, el remolino de los váteres en vez de ser de derecha a izquierda, es a la inversa: izquierda a derecha. Cosas del otro lado del ecuador. Pero Buenos Aires, y Argentina, funcionan. El tráfico es ordenado, los autobuses emiten un pitido similar al que oculta los (fuck) en las teleseries norteamericanas para indicar al conductor que ha sobrepasado la velocidad máxima (90 kilómetros por hora), y en las noticias hablan de violencia callejera por tirar piedras a los autobuses....

¿Tiene sentido compararla a Venezuela, país que compra la deuda argentina que nadie quiere a precios de abuelo con su nieto y que ofrece que se lo paguen en vacas preñadas? En los próximos días me dedicaré a ello.