martes, 2 de junio de 2009

Tecnología de los milagros


"A efectos prácticos, la situación del cajero del supermercado ejemplifica la norma humana de finales de siglo XX: la realización de milagros con una tecnología científica de vanguardia que no necesitamos comprender o modificar, aunque sepamos o creamos saber cómo funciona. Alguien los hará o lo ha hecho ya por nosotros. Porque, aun cuando nos creamos unos expertos en un campo u otro, es decir, la clase de persona que podría hacer funcionar un aparato concreto estropeado , que podría diseñarlo o construirlo, enfrentados a la mayor parte de los otros productos científicos y tecnológicos somos unos neófitos ignorantes. Y aunque no lo seamos, nuestro compresión de lo que hace que una cosa funcione, y de los principios en los que se sustenta, son conocimientos de escasa utilidad, como lo son los procesos técnicos de fabricación de las barajas de para el jugador ( honrado) de póker. Los aparatos de fax han sido diseñados para que los utilicen personas que no tienen la más remota idea de por qué una máquina reproduce en Londres un texto emitido en Los Ángeles. Y no funcionan mejor cuando los manejan profesores de electrónica".


(Historia del siglo XX 1914-1991, de Eric Hobsbawn. Capítulo 18. Brujos y aprendices: las ciencias naturales, p. 522. Ed. Crítica, Barcelona, 1995).

2 comentarios:

Ambrosius de Königsberg dijo...

¿Cómo es posible que esto que ahora escribo desde un ático en la Castellana lo leas tú desde Caracas?

Muy grande Hobsbawm, a pesar de que su nombre es tan propenso a la errata.De hecho, no estoy seguro de haberlo escrito correctamente...

Puxa Sporting

fon dijo...

1) Efectivamente, a pesar de su apellido trampa, Hobsbawm me ha dejado perplejo. Acabo de terminar el libro y estoy todavía digiriendo parte de su contenido-fabada. Tiene ese humor británico de catedrático pasado de tés que me provoca carcajadas.

2) Siempre tetas, siempre. Y Sporting, maifriend. Le preguntaron a tu paisano Preciado que cómo definiría el momento al final del partido: "Es la polla", dijo. Y es que tenemos un poeta en el banquillo.