lunes, 22 de febrero de 2010

Los cabuyazos de Gabriel (Delta del Orinoco I)

Los waraos del Delta del Orinoco son amables hasta la extenuación, especialmente con dos europeos aún por civilizar. Todo fue fascinante y maravilloso en el viaje hasta Caño Mánamo, uno de los ramales en los que se deshace el Orinoco para verter sus aguas marrones, negras, amarillas o verdes en el Atlántico. Sin embargo, los waraos tienen un problema. Un problema con las waraos. Las waraos pegan a los waraos y se ríen de los waraos pegados por las waraos.

Andábamos meciéndonos en un chinchorro al amanecer, disfrutando del concierto de monos aulladores que inundaban el alba con unos chillidos tremebundos, cuando en una canoa aparece uno de los waraos del campamento. Camina algo cabizbajo, con la chaqueta puesta. Seguíamos meciéndonos al ritmo de los aullidos inmisericordes, mirando la selva desde el lado protegido de la mosquitera. Riéndonos de los intentos inútiles de los mosquitos que se daban de bruces contra la tela. El warao, Gabriel, se sirvió un café y conversó con algunos de sus compañeros del campamento. Una de las waraos, sin embargo, empezó a increparle y a instarle a que se quitase la chaqueta, al grito de "A Gabriel le recibió a cabuyazos (golpes con las cuerdas con las que se amarran las hamacas) su mujer ayer". Las otras waraos comenzaron a reírse a su vez. Carcajadas estentóreas que se confundían con los aullidos constipados de los araguatos, los monos aulladores que parecen estar sodomizándose en masa por sus chillidos aspirados, algo que luego descartamos empíricamente gracias a unos binoculares de Gloucestershire.

El pobre Gabriel, abrumado, se dirigió hacia uno de los botes para partir. La humillación atravesó las mosquiteras, y despertó un instinto de solidaridad de género. Estar en contra de que el hombre golpee a la mujer, en Albacete, Teherán o en Uracoa, no quiere decir unirse a las celebraciones y vítores por los golpes a un hombre. Jajajajajajajaja. Continuaban las waraos, que le pedían a Gabriel que se quitase la chaqueta. Pregunté con cara de político socialdemócrata si los golpes eran parte de un ritual, si eran apenas rasguños, alguna clase de liturgia antropológica. "Para nada, cabuyazo limpio", me respondieron desternilladas de risa. El argumento de fondo, esgrimido por su mujer junto con los cabuyazos, era que Gabriel llevaba 2 días con sus noches sin aparecer por casa. Aún así, me reafirmé en mi solidaridad con Gabriel.
-Coñoe´lamadre, ¿y quién encuentra la casa de noche en este laberinto inmenso donde todos los recodos del río son iguales, donde apenas se ven las estrellas por el denso follaje, donde las orillas cambian con cada luna, con cada marea, y hasta las serpientes duermen cada día en un sitio distinto por que no logran encontrar el camino a casa?- apelé al sentido común del jurado de la selva.
- Yo, y yo, y yo, y yo, y yo- dijeron todos al unísono, anulando con hacha pragmática el lirismo de mi discurso.
Hasta Gabriel levantó la mano, en lo que fue el descabello de mi argumentación.
- Coño, Gabriel, tú di que no...- me dije.
Y él arrancó el motor Yamaha de 40 caballos, con la chaqueta puesta, y partió con lo que parecía media sonrisa en el rostro. ¿O era una mueca de dolor?

4 comentarios:

juan dijo...

ay.

juan dijo...

por cierto mañana aniversario de jhonny cash, ¿qué tal mezclan el country y el merengue?

Anónimo dijo...

Te gustará esta noticia

http://www.elcomerciodigital.com/v/20100226/aviles/pillare-piedras-blancas-amenaza-20100226.html

Sergio ciclismo

fon dijo...

Juan: Ayayayayay. Johnny Cash mezcla con todo, como la sidra. ¿Qué tal está el nuevo disco póstumo?

Sergio: Joder, cómo anda el personal por Piedras Blancas... Un abrazo