jueves, 11 de febrero de 2010

Un buen día

Los Próceres, en el oeste de Caracas. Una larguísima avenida que sólo un dictador puede concebir. Obra de Marcos Pérez Jiménez en la década de los 50. Usos: pasear, hacer desfiles y robar.

Trataba de llegar yo, días atrás, a la celebración del 4 de febrero de 1992, fecha en la que el teniente coronel que ahora preside el país, dio un golpe de estado que, desgraciadamente, no fructificó. Pagó cárcel por ello. Y ahora se recuerda o conmemora, como germen de la revolcuión bolivariana. Lo cierto es que yo trataba de llegar. Pero los soldados son un ejemplo de eficiencia en un país que, con todos los respectos, no se caracteriza por ello. Así que no me dejaron pasar en la alcabala 1. Vete a la alcabala 2. Entre la alcabala 1 y la 2 hay como 3 kilómetros. Le digo que se vaya a freír espárragos con la mirada, y muchas gracias por la colaboración con la boca. Me subo a un autobús de chavistas desbocados que llevan viajando toda la noche desde Falcón, costa occidental. "Mipana, súbete con nosotros. Ponte una franela roja, y pasas la alcabala como uno de los nuestros". "Dale", digo. Y me subo a un autobús que va marcha atrás por la autopista, retrocediendo en busca de la alcabala 2. En la alcabala 2, a ellos no les dejan pasar, a mí sí. Pero sólo cien metros más. Un soldado vestido de verde botella y con un mostacho incipiente me toca el hombro con su fusil. "¿Adónde va a usted?". "A escuchar al comandante", le digo. "No puede, no puede". Tanto el cuello como el fusil confirman la negacion, moviéndose con lentitud a izquierda y derecha. Regreso.

No, señor. "Usted debería ir por la alcabala 3", me dice un señor muy amable con una boina roja. "Tengo una sobrina viviendo en Vigo, se llama Lola". Me encojo de hombros. La alcabala 3 está a 5 kilómetros de la alcabala 2 y a 8 de la alcabala 1. Comienzo a sudar. Los rayos del sol son como flechas puntiagudas y llenas de veneno sudoroso. Miro a izquierda y miro a derecha. Veo un carro blanco de vidrios tintados con un cartel "prensa". ¿Mipana, me das la colita? "Móntate, tío, que acelero". Subo. Dentro, un equipo de televisión entero: productor, presentadora, cámara, trípode. Marcha atrás esquivamos toda una cola gigantesca con el cláxon a todo volumen. El conductor, muy bueno por cierto, hace un trompo como en las películas y le sale tan bien o mejor que en las películas. Nos cruzamos al autobús de los chavistas de Falcón, detenido frente a una licorería. "¡Luego, nos entrevistaaaaaaaaaassssssss, catiiiiireeeeee!, me gritan".

Ya en marcha hacia adelante, zigzagueando sin parar, esquivamos no menos de un centenar de carros, el productor saca un pañuelo blanco. Alguien grita, EMBARAZADA. Me pasan un trozo de arepa de pernil con queso amarillo. Muy rica. Cuando ya no hay posibilidad del zig-zag, el conductor, muy bueno por cierto, decide con pragmatismo utilizar el sendero que va pegado al guardarraíl. La bocina sigue a todo volumen, el pañuelo se le cayó al cámara en algún viraje, así que ya no vamos EMBARAZADOS. Finalmente, arribamos a la alcabala 3.
"Credenciales", dice el soldado.
"Invitados mesmos por nuestro glorioso comandante", dice el conductor, muy bueno por cierto, mientras se cuadra como si fuese cabo primero.
"Adelante", musita el soldado.

Al poco, me llama un colega al celular:
"¿Pana, cómo verga se entra en esta vaina? No me dejan entrar por ningún lado".

7 comentarios:

juan dijo...

veo que te sigues moviendo como una culebrilla
hacía tiempo que no te visitaba
un abrazo!

Anónimo dijo...

BRUTAL FONO!

Genial literatura!
Abrazos desde xixón, donde surgieron grupos como Penélope Trip.
Un consejo: rebaña, rebaña!!!
Juano.

Anónimo dijo...

jejeje..

siempre complicado pero se consigue, todo o casi todo!

besitos y cuidate!

A.

Anónimo dijo...

Felicidades por el post.

Sergio

fon dijo...

Juan: Sigo serpenteando. Eso es, maifriend. ¿Cómo va la basura y sus alrededores? Abrazos.

Juano: Rebaño el plato para no tener que limpiarlo, eso sábeslo tú muy bien. Gracias por el piropo, y por los recuerdos de Xixón. Donde, por cierto, nunca tocó el Pez Plátano.

A: Esto es lo que hay. Besos

Sergio: Felicitado estoy. ¿Cómo van los tubulares y los piñones?

David dijo...

un relato delicioso y delirante a partes iguales... veo que la mezcla de salsa y fútbol te ayudan a seguir utilizando la cintura con polivalencia. saludos al Comandante, colocho!

Jose dijo...

Ves Fon? Entradas como esta hacen genial tu blog jajaja aunque ya sabemos que se intercalan con grises relatos anodinos ;) aunque duela...

José