martes, 6 de abril de 2010

El celular y el pavo real

Aquí pasan cosas. En todos los sitios ocurren cosas. Sin embargo, aquí suceden determinadas cosas. Ocurrió hace dos semanas, pero lo cuento ahora tras una escapada insular. Volvía de un concierto caraqueño de una banda escocesa tan de moda como decepcionante. En el taxi, se cayó el celular. Lo tenía en modo vibrador (sin segundas interpretaciones). Por lo que al darme cuenta y llamar nadie respondía. Lamentando el hecho, me eché a dormir. Mi celular es Huawei, tecnología china y espíritu caribeño. Había perdido mi agenda.

Regreso del trabajo al día siguiente. Tengo dos correos de un amigo. Asunto1: tu celular lo tiene una tipa. ¡Perplejidad! Asunto2: la tipa se llama Jacqueline, llámala. ¡Asombro! Corro hacia mi teléfono fijo, de esos de rosca que ahora llaman vintage. En fin, a mi me recuerdan a la Unión Soviética. Me molan los diseños de los sesenta en la USSR. Llamo. Me responde una misteriosa voz de mujer. Habla como si estuviese comiendo cantidades ingentes de pudding de patata o como si tuviese las mandíbulas desencajadas. Entiendo apenas la mitad de lo que me dice. Y dice algo como esto:

"Ajá, el celular, y cómo sé que eres tú el propietario del celular. Bueno. Conoces la carretera hacia el Marqués, bien, pues ésa no es, es la siguiente. Continúas. Hay un torre de Parmalat, la marca de leche. ¿De qué parte de España eres? No vas a saber llegar. Me sigues. Agarras a la izquierda, sigues por el carril de la izquierda. Hay una plaza. La atraviesas. Sigues en la izquierda, no en la derecha. Subes la loma, bajas la loma. Hay una redoma (rotonda), a la izquierda, no a la derecha. Agarras la vía de regreso. ¿Qué carro tienes? Llegas a la urbanización tal. Dices que vas a la torre 1, no te voy a decir donde vivo. Pasan muchas cosas en Caracas estos días. Sigues derecho. Al final de la plaza me llamas. Suele haber un heladero. Ojalá esté el heladero. Ponte al lado del heladero. Y espera. Mi marido bajará, yo no bajaré por seguridad".

Ante tal precisión en las indicaciones llamo a mi taxista favorito Marlon. Yo le llamo Marlon Brando. No estoy tan desencaminado, se llama Marlon porque su mamá era fan de Marlon, sí, el actor. Yo prefiero llamarle por el nombre completo. "Marlon Brando", le digo por teléfono, "te necesito". Viene y salimos rumbo al sureste de Caracas. Tras cuatro pérdidas y varias indicaciones contradictorias, llegamos a la plaza. No está el heladero. Llamo a Jacqueline. Le digo que estoy al lado de una cabina de teléfono. Me pregunta que cómo soy y qué tipo de ropa llevo. Le explico. Dice que baja en 15 minutos.

A los 6 minutos aparece una señora tras dos tetas enormes. ENORMES. Va pintarrajeada como las viejas en las obras de teatro de la posguerra española. O al menos así me las imagino yo. Un pavo real. Las pestañas casi me sacan un ojo si no fuese porque llevo gafas. Agita el aire cada vez que parpadea. Habla y no la entiendo. Tiene mi celular en la mano. Lo esgrime como si fuese una bomba lacrimógena. Le digo que sí, que gracias, que ya no hay gente así por el mundo. Tras cuatro minutos de conversación en los que apenas entiendo un minuto, me lo entrega. Se va. Marlon Brando me mira con cara de ¿a-ti-te-pasan-estas-cosas-normalmente? Suspiro. Es bueno suspirar. Son las 4 de la tarde.

Precio del celular: 40 bolívares (5 euros)
Precio de la carrera: 50 bolívares (5,40 euros)

Pero lo más fascinante es cómo mi amigo (el de los correos), que estuvo la noche anterior conmigo y escuchó mis lamentos sobre mi pérdida, decide llamarme a mi celular (¡el que había perdido!) al día siguiente como si nada hubiera sucedido. Y el pavo real lo agarra. Pero, aún, lo más fascinante: ¿cómo pudo entender algo de lo que decía esa señora? Y precisamente ahí se encuentra la bisagra de esta historia. Aquí ocurren cosas, como en todos los sitios. Sin embargo, aquí ocurren determinadas cosas.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

y aquí puede estar el comienzo de una novela negra fonete, de ésas de padura quizás...
churfa

Anónimo dijo...

JAJAJAJAJA BRUTAL FONER!!!
Hilarante descojonante!
Abrazos
Juano

nacho dijo...

molaria más las foto del pavo real que del movil, pero vueno no eres reporterero gráfico.

fon dijo...

Churfa: Padura, padura... Si encuentro tiempo, me siento y la escribo. Pero Padura es mucho Padura...

Juano: Hilarante es una de mis palabras favoritas. En Mallorca, me recordé de la pintura y del óleo. Pasamos por Felanitx, pero Barceló no estaba.

Nacho: Cierto, nachete, cierto. Todavía tengo su número de teléfono...

Anónimo dijo...

Buenísimo! Gracias por esta historia, supongo que los que hemos vivido en Caracas estamos de acuerdo: allí pasan "determinadas cosas".
Lur

Anónimo dijo...

jajajaja jefisima la historia!!
el marlon brando te va a echar mucho de menos si algun dia te vas....aqui las cosas son ams aburridas!!

un abrazo.

jorgin

fon dijo...

Lur: La historia no es mía, es de Caracas. Y las que faltan por venir. ¡Bienvenido al bar!

Jorgín: Marlon Brando redescubre su país a lomos de mis asombros cotidianos. Y yo que se lo agradezco en historias y birras. Algún día me iré, para echarlo yo también de menos... Abrazos, novio!

Anónimo dijo...

Bestial, Alfonso! Esa señora se merece que te presentes en su casa cualquier día de estos en que abra el heladero, y le compres un helado de puré de patata. Se lo merece!

Màrius

Maria dijo...

Fascinante!!! es una pequeña gran historia, como la de los billetes de avión :) qtal td? un beso
María B.