domingo, 9 de noviembre de 2008

El antiguo futuro

El futuro hace 35 años. El funcionalismo y las roscas de volumen. El círculo como elemento supremo, y los cordones de plástico duro y enroscado. (¿Por qué siempre eran enroscados?). El teléfono de mi casa en Caracas, cerca de la parada de metro Miranda. No funciona más que para llamar y recibir: ni el contestador ni el micrófono ni el control remoto que aún no he encontrado. Modelo Code-a-phone 1500. La tecnología es una cosa muy curiosa que antes era o rusa o yanqui. No parece normal haber desarrollado un sistema basado en un disco rotatorio con agujeros que dejan ver los números (en lugar del reciente botón pintado) como ejemplo de sofisticación. No obstante, he recuperado la sana y vigorosa costumbre de discar el número, y aguardar durante unos segundos a que el aparato reconozca el dígito elegido, unos segundos de suspense, que se repite y desespera, especialmente, con las llamadas con prisa. Segundos de ingenua espera, escuchando el frotar eléctrico de la máquina pensando en su lenguaje marciano. Antes de contactar con el satélite. Incluso, en un momento de delirante diálogo entre dos épocas, dos culturas, opto por llamarme al celular desde el teléfono de casa. Y contemplo, divertido, la feliz comunicación -con las lucecitas fluorescentes de mi celular chino como respuesta.

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