El 13 de agosto de 1866, Carlos Marx escribió la siguiente carta al novio de su hija Laura, un cubano llamado Paul Lafargue:
Usted me permitirá hacerle las siguientes observaciones:
1º Si quiere continuar sus relaciones con mi hija tendrá que reconsiderar su modo de ‘hacer la corte’. Usted sabe que no hay compromiso definitivo, que todo es provisional; incluso si ella fuera su prometida en toda regla, no debería olvidar que se trata de un asunto de larga duración. La intimidad excesiva está, por ello, fuera de lugar, si se tiene en cuenta que los novios tendrán que habitar la misma ciudad durante un período necesariamente prolongado de rudas pruebas y de purgatorio (...). A mi juicio, el amor verdadero se manifiesta en la reserva, la modestia e incluso la timidez del amante ante su ídolo, y no en la libertad de la pasión y las manifestaciones de una familiaridad precoz. Si usted defiende su temperamento criollo, es mi deber interponer mi razón entre ese temperamento y mi hija (...).
2º Antes de establecer definitivamente sus relaciones con Laura necesito serias explicaciones sobre su posición económica.
Mi hija supone que estoy al corriente de sus asuntos. Se equivoca. No he puesto esta cuestión sobre el tapete porque, a mi juicio, la iniciativa debería haber sido de usted. Usted sabe que he sacrificado toda mi fortuna en las luchas revolucionarias. No lo siento, sin embargo. Si tuviera que recomenzar mi vida, obraría de la misma forma (...). Pero, en lo que esté en mi manos, quiero salvar a mi hija de los escollos con los que se ha encontrado su madre.
(Extracto citado por Carlos Fernández Liria en Kaos en la red)
Grandiosa carta de Carlos Marx, destila una punzante ironía germana, y conjuga dos elementos muy presentes en mi vida actual: revolución y Caribe.
Paul Lafargue y Laura Marx se casaron, a pesar de papá Marx, y posteriormente se suicidaron juntos en 1911. Por lo que parece, Laura no hizo mucho caso a papá Marx. Lafargue, cubano de familia francesa, escribió un opúsculo (adoro esta palabra tan cercana a furúnculo, ambas esdrújulas en u con sufijo final -culo) titulado "El derecho a la pereza".
No lo he leído aún, claro. Por pereza, más que nada. Lafargue lo tomaría como un cumplido, espero.
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1 comentario:
Ese texto de Lafargue debería ser de lectura obligatoria en todas las escuelas, incluidas la bolivarianas...
Búscalo, que está gratis como en el aire en alguna página libertaria...
Una de las mejores lecturas de este 2009.
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