El 4 de febrero se conmemorará en Caracas, con un gran desfile cívico-militar, el golpe de Estado que el comandante Hugo Chávez encabezó en 1992 contra el presidente venezolano de entonces, Carlos Andrés Pérez. El golpe acabó con Hugo Chávez en la cárcel de Yare. Y supuso, paradójicamente, el espaldarazo mediático definitivo que permitió a Chávez comenzar su carrera política. En su discurso televisado de rendición (¿a quien se le ocurre ofrecer unos minutos en televesión a un militar golpista?), reconocía que el golpe "había fracasado, por ahora".
Pocos recuerdan, o quieren recordar, que fue Fidel Castro el primer dirigente político internacional que condenó expresa y públicamente el golpe de Estado de Chávez. Chávez, con los años, pasaría a ser su más fiel discípulo. ¿Ironías del destino? ¿Malévola coincidencia?. Carlos Andrés Pérez (CAP), que encabezaba aquella Venezuela Saudita, como bien se la bautizó, era y es un gran amigo de nuestro Felipe González. CAP ahora opina desde su soleado retiro en Miami, con la cartera repleta de dólares. (Quizá tenga algún bolívar traspapelado).
También está más que probado que el BBVA y el Banco Santander colaboraron, con un buen pellizco económico, con la campaña electoral del comandante Hugo Chávez en 1999. Y nadie se ha inmutado: ni la izquierda más chavista ni la derecha financiera.
Con estos mimbres se teje la historia política: traiciones líquidas, olvidos selectivos y amistades de cristal.
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