jueves, 13 de septiembre de 2007

La verdad

Esta es la entrada al Museo de la Verdad. También en Todasana. La verdad, toda la verdad, a cargo de Luis Kafella, el artista. El artista te recibe ataviado con una túnica blanca translúcida, tras la que se vislumbra el calzoncillo azul noche. Tiene un báculo tallado en madera que finaliza en un zapato de tacón. Habla sin parar acerca de la verdad del arte, que se encuentra en su museo: un humilde almacén atiborrado de piezas de lo más variadas. Algunas de una excesiva rudeza, pero otras compuestas de metáforas directas y efectivas, como la del beisbolero criollo que se debate entre la pelota y la arepa. Kafella critica los vicios de la sociedad contemporánea, mientras se pregunta en alto por qué Caracas está llena de escaleras mecánicas que no funcionan. En su museo de la Verdad se explican todas las obras gratuitamente por parte del propio artista quien sigue al visitante y le conmina a preguntar por el significado. "Otros, en los museos, esconden el significado; yo lo explico, lo expongo. El arte debe clarificar", dice.
No vende sus obras, no cobra entrada. Y ofrece un café negro hecho por su mujer, también conocida como la asistenta del artista. El calor en Todasana es asfixiante, y la gente vive en las sombras. Kafella, a la tarde, se recuesta en unos cojines en la puerta del museo de la Verdad con la barriga venezolana al aire y charla amigablemente con sus hijas y otros niños del pueblo. Es de los pocos blancos de Todasana. Todos le conocen. Desde kilómetros antes de llegar al pueblo, a lo largo de la la hermosa costa del estado Vargas, el viajero puede ver pintado a brochazos en varias piedras de la cuneta de la carretera el anuncio: "Welcome to the Truth´s Museum. Behind the church, in Todasana". Y allí está, efectivamente, tras la iglesia: el Museo de la Verdad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí señor. Eso si que es un espacio potente, le pediría se extendiera más en la descripción de alguna pieza que le llamara la atención.

Un abrazo
E.

Sergio dijo...

¿y hay algún ciclista?

fon dijo...

eneas: Potente, es el adejtivo adecuado. Otro día me extiendo sobre alguna pieza, aunque la del beisbolero venezolano que se debate netre la pelota y las arepas, y el Hitler convertido en aspiradora condenado a beber 45 millones de litros de sangres son más que buenas...

sergio: coño, ahora que lo pienso, sí que había un ciclista, que bebía cocacola sin parar y que para el artistas simbolizaba el control del deporte por parte de las grandes multinacionales

Anónimo dijo...

qué pintoresco, dan ganas de visitarlo, qué pena que esté tan lejos. Lo que me extraña es que no venda, ¿seguro? Me gustaría ver alguna de sus obras, ¿no podría colgar una foto? Conozco a alguien que tiene el jardín lleno de esculturas pero francamente son horribles, creo que tampoco vende. Antes estaban todas pintadas de un solo y mismo color, ahora ha empezado a variar. Le había perdido la pista a este blog pero lo he encontrado! Saludos

Sergio dijo...

Siempre hay un ciclista

JR Ferrer Paris dijo...

¡Un lugar muy llamativo en realidad! Estuve hace poco por esos lados, te dejo una foto aquí