La decoración de la habitación en la que nos alojamos en Puerto La Cruz, ciudad gris que explotó en los años 30 a raíz del boom petrolero, y que hoy en día concentra la gran parte de la industria marítima de ocio en Venezuela. Es decir, yates. Hay multitud de yates navegando por las aguas del Mar Caribe, y la mayoría parten de Puerto La Cruz. A una hora se encuentra el Parque Nacional de Mochima, donde retocé en las aguas cristalinas de las Islas Caracas. Tengo un catarro tropical que me impide bucear en profundidad con bombonas, así que me dediqué a molestar y observar a los peces trompeta y sapo que me encontraba en la superficie. Claro, me quemé la espalda. El lugar es maravilloso, pero lo mejor, como suele ocurrir, son sus gentes. Dos hermanos gemelos, que llevan visitando Mochima desde 1970. Uno de ellos ingeniero, el otro buzo profesional. Ambos con un conocimiento asombroso de la historia venezolana. Porque uno de las rasgos característicos (y envidiables) de los venezolanos es su conocimiento exhaustivo de su propia historia, algo que no se puede decir de los habitantes de la península ibérica. Rodolfo, el buzo, anduvo coqueteando con la guerrilla, y nos narró, saboreando un delicioso pescado frito, su pasó por una comisaría. Estuvieron a punto de violarle para que hablase, sólo entonces, se decidió a explicar al carcelero que su padre era el director general de la policía en Caracas. Al poco, apareció el padre con un revólver. En minutos estaba fuera. Esto es sorprendente, desde luego. Pero a mí me lo pareció mucho más que me narrase cómo lograban pescar meros del tamaño de un hombre adulto a 30 metros de profundidad, a pulmón. Mientras buceaba el personal que no andaba acatarrado, yo permanecía en la canoa, en plena bahía de Manaure, mirando los acantilados de color rojizo que caen verticales. La belleza de la naturaleza, y uno juega a componer versos de ecológica fantasía. Fue hermoso hasta que me dormí a la deriva. Tuvieron que despertarme a gritos. ¡Coño, se estaba en la gloria!, dije. Y empecé a remar de vuelta a la playa. Se estaba mejor en el mar que en tierra firme.
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4 comentarios:
Nunca había visto un cuadro que representase mejor un platillo volante. Llama a J.J Benítez, está dispuesto a pagar mucho dinero por él.
Fon un saludo desde la France [no te voy a explicar lo que me ha traido hasta aqui... creo que ya lo sabes]. Voy a pensar un rato en tu cuadro...
Javi
Yo creo que te equivocas, Fon, que en España la gente sabe de historia de su país. ¿Cómo puedes ofender a Pío Moa y César Vidal, que cada día dan cuenta de novedades hasta ahora desconocidas de la realidad patria del pasado?
Abrazos desde Fráncfort (y no tengas miedo a Alemania, la camisa parda dejó de estar de moda hace mucho tiempo).
Óscar
Sergio: He entrado en tu bloj, siguiendo la pista de JJ Benítez, y me he quedado perplejo. Coméntame la jugada en un correo, por que estoy en ascuas ante lo ocurrido.
Javi: no tengo ni idea qué coño haces en France, y piensa, piensa.
Óscar: Haré caso omiso a las recomendaciones historiográficas que planteas, Alemania me da más sueño que miedo, la verdad. Un abrazo caribeño, mañana me voy de vacances a Isla Margarita, y el primer chapuzón irá para "nuestro hombre en el BCE"
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