El exrañamiento de escribir desde un hotel, en una habitación rectangular. Tras descubrir el frío en Venezuela. En Mérida, capital de los Andes venezolanos, a 1.800 metros, el frío todavía es fresco, pero en los Páramos (la fotografía) el frío y la falta de oxígeno son una certeza. Camino del Pico de las Águilas, a 4.100 metros de altitud, el cuerpo tarda un tiempo en asimilar el aire, y las bocanadas son más profundas y prolongadas: como un pez fuera del agua. Según los expertos, las personas que viven en estas condiciones tienen un corazón un 20 por ciento más grande que aquellos que somos de playa. Casi había olvidado el frío: y jode. Apenas un jersecito, y un queso ahumado como alimento en la cumbre. El Pico las Águilas conecta el estado de Mérida con el estado de Trujillo y el de Barinas. La carretera transandina. Bolívar, que murió con un callo de cuatro centímetros en el culo por sus 125.000 kilómetros a caballo, cruzó estas montañas varias veces. (Mi más sincera admiración: a él y a los historiadores que se encargaron de documentarlo).
En los Páramos, no hay vegetación, apenas unas plantas llamadas frailejones, que no se comen pero desprenden un aroma delicado. En esta zona se encuentran los bosques más altos del mundo, a 3.400 metros, y en las lagunas creadas por los glaciares andinos, nadan las truchas típicas de la región. Casi todos los lugares, comienzan por Mucu (Mucubují, Mucuchíes, Mucurute), que era el apelativo de los indios de la zona al dios Sol. Lógico, el frío acojona, y recurres al Sol.
En el descenso, ante el paisaje desolado por los vientos gélidos que se enfrentan en las cumbres andinas, una pintada en la parte de atrás de un cartel me deja anonadado: "Bel, creo en tu amor como creo en Dios". Y me imagino al enamorado aterido de frío con el spray en las manos, escribiendo apresurado por los nervios. Quizá, divago, sea uno de los estudiantes del seminario frente a mi hotel.
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3 comentarios:
He conocido dos venezolanos esta semana, buena gente. Uno de ellos es profesor en la Universidad de los Andes, me ha invitado, pero leyendo tu post se me quitan las ganas. Dime que hay algo más que frío...juguitos y esas cosas a los que nos habías acostumbrado.
parece que el frío te ha vuelto intimista, me gusta. Un beso.
Sergio: Por la Universidad de los Andes, precisamente, anduve pululando por cuestiones de trabajo. Hermosa y vieja. El frío me sorprendió porque lo había olvidado. Según el dicho, Mérida es una ciudad dentro de una universidad. Poco tiene que ver con Caracas, la verdad.
Elvira: los hoteles y el frío le vuelven a uno intimista, será el contraste. Besos.
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