martes, 6 de febrero de 2007

Amor

A veces, caminando perdido por una ciudad nueva, uno descubre cuadros deslumbrantes. Deambulaba por algún lugar de Chacaíto, en el centro de Caracas, a medio camino entre mi humilde trabajo y mi sofisticada morada. Justico en frente del Country Club (el club de golf de esa parte de la ciudad que sabe lo que es viajar en helicóptero para ir a la playa): una inmenso campo de 18 hoyos rodeado por alambre espino y vallas electrficadas de última generación.

Esta declaración de amor, que lo tiene todo: sinceridad, humildad, pasión, creatividad ortográfica, brevedad e, incluso, serenidad.

La revolución no tiene aquí nada que decir. El discurso político se arrodilla antes la inmensidad de la cincelada arbórea. Hay un escritor ahí detrás. ¡Que alguien le busque, coño!, grité.

3 comentarios:

David dijo...

Ya veo que a los caraqueños, con o sin Revolución de por medio, lo que más les gusta es el rock´n´roll.

Le pese a quién le pese.

Anónimo dijo...

Visto en una jargo de fontaneros en Madriz: "los milagros los hacemos de inmediato. Lo imposible tardamos un poquito más"

Emiliuken

Anónimo dijo...

A ver, investiga: "los duelos en Paraguay son legales siempre y cuando las partes sean donantes de sangre". Y en Venezuela? Te has batido a espada por los amores de una mulata con algún oscuro contrarevolucionario?

Emiliuken