Chacaíto, hermano pequeño de Chacao, es un barrio popular y noctámbulo. Cerca se encuentra un local nocturno, El Sarao. A mi compañera de piso no le gusta porque va demasiado "pueblo", según sus palabras. A mí me gusta precisamente por eso. Pero lo que más me sorprende del lugar son los baños. Uno se retira momentáneamente a echar un pis, y se encuentra con un espectáculo fascinante. Un tipo, sentado en una silla, a modo de dependiente ofrece de todo: colonia, caramelos, gomina, cigarrillos... Y unas extrañas pastillas azules. Le pregunto, y me dice, con una sonrisa somnolienta, que se trata de Viagra. Por el aspecto, lo mismo pueden ser juanolas pintadas de azul o frijoles transgénicos. Al lado de los grifos, frente al espejo, existen varios peines de uso colectivo para recolocarse el cabello tras bailar las canciones de reggaeton (aquí llamado perreo). Su aspecto es espeluznante.
El viernes pasado en un arranque de decisión, me lancé a la pista de baile. Yo solo. Mis colegas se quedaron acodados a la barra, observando como entomólogos. En medio del personal, que baila como los ángeles, un blanquito trataba de pasar desapercibido, y eso que mis caderas no alcanzan las revoluciones de los venezolanos. La orquesta tocaba algo de Marc Anthony (Marc Anthony aquí mola), Oscar D´León o Rubén Blades. No los tengo tan localizados. De repente, en medio del sarao de El Sarao, me viene un negro con pelo rizado y me da la mano. A la vez que afirma con la cabeza. Y se va.
Ahí me quedé yo, un par de canciones más: gustándome.
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2 comentarios:
¿Y a tu compañera de piso le gustas?
tu tambien me gustas...
mucha claaaaaseeeehhhhhhhhhhhhhh¡¡¡¡¡¡¡
ceba
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