Posterior y sibilinamente, la Iglesia se apropió la tradición, y lo escenificó de manera que los diablos paganos se postrasen ante el poder universal de Dios Padre, un diálogo entre el pagano salvaje y el buen cristiano. Ahora recorren todo el pueblo alrededor del Santísimo Sacramento bailando alocadas danzas al ritmo de tambores y maracas. En medio, inmutable, el sacerdote. Alrededor, policías y soldados. Porque, claro, la fiesta degenera en un baño de alcohol y desvaríos. Y es impresionante contemplar a la marea roja (el color no tiene nada que ver con el cromatismo de la revolución) deambular febril por las calles de casas bajas en las que se agolpan los fieles (cerveza o ron en mano). El calor es asfixiante, y los diablos, empapados en sudor, agitan las hermosas máscaras como posesos.
Para finalizar: cuentan los cronistas del lugar, que las máscaras provienen del miedo de los esclavos a ser reconocidos por sus amos, durante el endiablado trance. No vaya a ser que les pasasen la factura a la vuelta a la vuelta a la hacienda. ¡Mosca con lo que haces, esclavo!
1 comentario:
No conocía a fondo sobre los Diablos Danzantes de Yare. La explicación me da a entender que el origen del ritual dancístico es oportunista por parte de la iglesia para reforzar la fe de la época, al tomar una situación de los esclavos; y lo discriminatorio, por parte de los blancos al ver bailar a sus esclavos y considerarlos como "diablos"
Publicar un comentario