Aquí en Venezuela, el béisbol manda. Se ven todos los partidos de las Ligas estadounidenses, en las que militan un puñado de jugadores criollos. Muy buenos, por cierto. Magglio Ordóñez, Johan Santana, Carlos Zambrano, Bob Abreu... Están obsesionados con el béisbol. Como en Europa lo estamos con el fútbol. Se derrochan ríos y ríos de tinta sobre el deporte. Más que sobre fútbol, de hecho. Todos los niños venezolanos quieren ser peloteros, como se dice aquí. También el presidente, Hugo Chávez, lo quería ser cuando era un "chamito", allá en los Llanos de Barinas. Jugaba de pitcher (lanzador), y tenía un lanzamiento estrella, su as en la manga. Lo llamaba, y lo sigue llamando, "rabo de cochino", ya que el efecto en espiral recuerda la divertida cola de los cerdos. Y lo utiliza como metáfora para argumentar sus sesudas y preclaras explicaciones de geopolítica, y amenzar con "ponchar" (eliminar) con la rabo de cochino al bateador que se le presente. El béisbol es un deporte de cabeza, no se cansan de repetir los fanáticos. Y debe de serlo a juzgar por la cantidad de gente presente en los campos durante horas (no tienen una duración predeterminada), porque apenas corren: muchos están gordos. Suelo ver béisbol por la televisión. Con una cerveza en una mano y un libro en la otra. Sigo sin entender sus vericuetos. Pero los jugadores de béisbol escupen mucho mejor que los futbolistas. De una vez, directamente, de manera compacta, como si lanzasen una diminuta bola desde la boca. Y es raro, porque apenas corren, insisto. Un compañero me dijo hoy en el trabajo: "Cónchale, cuatro años en este país, y todavía no entiendo el juego". Pues eso, que será cuestión de fe. En octubre comienza la liga venezolana...
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2 comentarios:
¿Pero tienen su propia edición de cromos?
Sergio: según me han informado, la "barajita", como la llaman por aquí, sólo sale, "a veces". "A veces", uno de los adverbios más utilizados en el país.
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