La foto está tomada en Curaçao, una de las islas que componen las Antillas Holandesas. Es un lugar extraño: mezcla de ciudad de juguete, paraíso financiero e isla caribeña. Hablan papiamento, un idioma sin pies ni cabeza conformado a base de añadir (arbitrariamente, a mi juicio) palabras de español, holandés, inglés y portugués, y los mismos idiomas por separado. De modo que uno nunca sabe en qué le van a hablar. Lo cual resulta divertido y absurdo a la vez.
Se toman la vida con una calma deliciosa. Recorrimos la isla de cabo a rabo: un secarral repleto de holandeses retirados en el que sólo se puede bucear y beber cerveza. Todo es importado: hasta el pescado. Los florines (ya extintos en la metrópoli) y los dólares yanquis conviven tranquilamente. Apenas hay fruta, y los únicos animales que vimos fueron cabras descarriadas en busca de briznas de yerba reseca y un burro solitario. El canal de Willemstad, la capital, es un copia a menor escala de los de Amsterdam, y las casas pintadas de colores alegres recuerdan las villas holandesas. Parece obra de un escenógrafo amanerado. La palabra más adecuada para definirlo es "coqueto" (alargando las vocales): ¡coooqueeetooo!.
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2 comentarios:
A mi me gustaría visitar Curaçao, además de para abrir alguna empresa fantasma, porque el aeropuerto cae a pico sobre una playa donde la gente toma el sol y ve la panza de los aviones encima, encima.
Es muy conocida entre todos los aficionados a la fotografía aeronáutica y se pueden encontrar muchas fotos por Internet.
Sergio: no dejas de sorprenderme con tus conocimientos variados... coño, andar al tanto de la playa adyacente del aeropuerto de Curaçao, que se llama Hato. Trataré de llegar a algún lugar que desconozcas... Hay un ecnuentro de chamanes en el Amazonas, al que quizá vaya. El lugar se llam Isla Ratón
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