Esta es la parada donde todas las mañanas aguardo la camioneta que me sube al trabajo. Salgo del metro en Plaza Venezuela, camino hasta la plaza Bolivia y ahí está la cola que espera la camioneta. La camioneta no tiene horarios. Sale cuando los asientos se llenan, si no el conductor espera en la calle echando un cigarrito. No se pone nervioso: la rentabilidad prima. Al lado, una señora prepara empanadas fritas: de carne mechada, de queso, de cazón (un tiburón pequeño). El puesto es minúsculo, apenas una bombona de gas y un cajita con las empanadas preparadas que sumerje en una freidora rebosante de aceite hirviendo. El pasaje son 900 bolívares (0,20 euros). Y siempre la radio con la música a todo volumen A veces salsa, a veces boleros. La subida a la Alta Florida es una cuesta recta con el asfalto lleno de agujeros y socavones. Hay mapas de Caracas hechos a base de los agujeros: agujeros con solera. Agujeros tradicionales. Los hay tan grandes que un niño de diez años apenas sobresaldría. Las camionetas, todas desvencijadas, que se arrancan con un alambre o con un mechero, llegan a las calles de la urbanización Las Palmas (la parte alta de la Florida) sudando un humo negro que delata la edad de un motor siempre al límite. Subir hacia el trabajo es fácil. Bajar es casi imposible. Pasan con una frecuencia arbitraria, a toda hostia y con varios pasajeros colgados de la puerta. Suelo bajar paseando, a eso de las 5 y media. Cuando Caracas es un atasco sobre cuatro ruedas. Pasear por la ciudad es un acto de rebeldía, digo; de ingenuidad, me dicen. Pero a uno le roban el carro, no las dos piernas, contesto. Y, claro, me sacan el titular del Últimas Noticias: "Baleado para robarle los zapatos". Periodismo en la revolución.
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2 comentarios:
Magnífico post, si señor. Y la foto también: siempre son inquietantes las instantáneas que retratan la cotidianeidad.
Se agradecen las alabanzas, Sergio. Incluso las gráficas. Por cierto, tú opinión sobre la portada del Jueves? Hasta aquí ha llegado los debates...
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