jueves, 26 de julio de 2007

Audrey en los Palos Grandes

Llevaba semanas tratando de fotografiar la pintada. Como ya he comentado, las pintadas en las paredes y muros de Caracas y Venezuela son un rasgo nacional. Las hay políticas, las hay íntimas. Esta pintada se encuentra en mi calle, la 1° avenida de los Palos Grandes. Varias veces me planté frente a la casa con la cámara fotográfica en la mano, el dedo índice sobre el disparador. Pero siempre aparecía el vigilante: un tipo en bermudas, con más de medio siglo de vida, encorvado y en chancletas. Gruñón, me apartaba a palmetadas, diciéndome que "esta no es su casa, ¿permitiría usted que hiciesen fotos en su casa?". Pensé que estaba enfadado porque no había tenido tiempo de limpiar la pared. Sin embargo, todos los días, en mi camino hacia el metro, veía la pintada. El anómimo escritor que le pide a Audrey que le dé un beso, y la firma a modo de flor. El vigilante (siempre encorvado, siempre en chancletas) aparecía cuando me disponía a tomar la instatánea. La verdad es que es el vigiliante menos intimidante que haya visto en mi vida. Pero uno respeta el trabajo de los otros. Así que aguardé la ocasión. Pasaban los días, y la pintada seguía. Ni rastro de intentos de limpieza o aseo. Hasta que, por fin, el pasado martes, día del natalicio de Simón Bolívar, al bajar de casa ante un sol afilado me crucé en la calle con el vigilante menos amenazador del Caribe. Corrí hasta la casa, desenfundé la cámara y disparé. Dos veces. Una por Audrey y otra por mí. La pintada ya está a salvo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

y que dices de nuestro querido Pedro?

el tb se merece que hables de el!

A.

Anónimo dijo...

para palos grandes...

palos de la frontera¡¡¡¡

:P
CEBA

fon dijo...

Ya te digo, Ceba, menudos Palos en la FRONTERA... Feliz verano castizo!