
Los jugos de frutas son una de las grandes atracciones de Venezuela. Por variedad y calidad. Más aún que las arepas, que los venezolanos no se cansan de elogiar con su esmerada exageración. Uno puede tomarse tres jugos en un día, pero jamás tres arepas. Otro día hablo de las arepas. Entre los jugos y las arepas se dirime buena parte de la la identidad cultural venezolana. Me centro en la imagen tomada en el Budare, de Chacao. Cuatro jugos de frutas, de izquierda a derecha: 1) mora, 2) sandía (aquí llamada "patilla"), 3) piña, 4) durazno (algo así como el cruce de un melocotón con una manzana). Los jugos dan que pensar, estimulan el cerebro casi tanto como las papilas gustativas. Hoy me dejaré caer levemente por la ladera de la reflexión filosófica líquida de índole frutícola. Comentaré brevemente los que más me gustan.
1) Parchita (maracuyá): el rey de los jugos para los recién llegados. Sorprende por la curiosa mezcla de acidez y dulzura. Arranca en un primer momento como un cítrico para, en el último instante, dejarnos arrebatados con un estallido de dulzura que deslumbra el paladar. Conviene, por su componente sorpresa, no abusar de él. El paladar tiene que olvidar ese brusco y delicioso contraste para disfrutarlo en tus totalidad.
2) Patilla: Aquí las patillas son alargadas, oblongas. No he visto una sola sandía/patilla redonda en Venezuela. Es fresco, dulce, y con mucha agua. Ideal para las mañanas ratoneras, tras la abundancia nocturna de cervezas. También recomendable para acompañar a las arepas. Jugo de primera o última hora, esquiva el mediodía.
3) Durazno: El jugo de la merienda. Alimenta por su densidad y abundancia de restos de la fruta. No está bien filtrado, y esa es su grandeza. Más que tragarlo, se mastica. Dos suponen una considerable panzada. Parece menos sabroso, pero a última hora desvela su elegante vinculación melocotonera.
4) Conejo (naranja+zanahoria): El jugo energético por excelencia. Pura inyección de vitamina C. Despierta al cuerpo con una bofetada de vitalidad. Debe de ser la conexión naranja. La zanahoria rebaja la potencia extrema de las naranjas tropicales (ligeramente más amargas que las mediterráneas). Es desconcertante por su sencillez.
5) Piña: Un clásico que en Venezuela adquiere matices propios. También basa su encanto en el deficiente filtrado. No está bien colado, y no debe colarse perfectamente. Es delicado, y ataca directamente la sed. El jugo playero: arena, mar y piña. Recuerdo que en Guatemala, el año que se cayeron dos torres idénticas, los campesinos te vendían las piñas abiertas a machetazos como sustituto del agua, que era imbebible. Uno bebía las piñas. En Venezuela, el sistema es más sofisticado, pero el objetivo es el mismo. El mejor líquido.